Capítulo 2

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Rhaenyra sacó su daga de su bota y la presionó contra la garganta de Alicent. La confusión en sus ojos marrones se convirtió en miedo, y Rhaenyra no pudo evitar encontrar toda la loca situación estimulante, y quizás hasta un poco divertida. 

El temido Capitán Rhaenyra, el Lobo Feroz, se cuela en las habitaciones en la oscuridad de la noche y secuestra a sus hijas. Podría haberse reído, pero ahora no era el momento.

– ¿Eres tú Alicent Hightower? – Ella susurró. La mirada en los ojos de Alicent volvió a la confusión.

Rhaenyra tenía que estar segura. La siguiente parte de su plan se basaba por completo en el amor y el afecto del gobernador Hightower por su única hija. ¿Qué tan vergonzoso sería ser asesinado a tiros en la plaza porque su rehén era un primo sin valor, y no el querido pariente más cercano del gobernador? Rhaenyra era desconfiada por naturaleza, y todo lo que tenía para salir de aquí era la palabra de la criada de abajo, quien ya había demostrado cierto grado de afecto por la señora de la casa. 

Irritada por su falta de respuesta, Rhaenyra presionó el cuchillo un poco más fuerte y volvió a preguntar. – ¿Eres tú Alicent Hightower?

La chica asintió lentamente, una vez, y Rhaenyra sonrió. – Estoy eligiendo creerte. No hagas que me arrepienta. 

Apartó la mano de la boca de Alicent y agarró la parte delantera de su camisón, levantándola y arrastrándola hacia la puerta. Ya no le preocupaba el sonido. Esta parte del plan, con mucho la más estimulante para ella, consistía en alertar al gobernador de su presencia. 

Guió a Alicent por la puerta y por el pasillo, sosteniéndola cerca con una mano mientras con la otra sostenía el cuchillo en su cuello. 

– Llama a tu padre. – Ella ordenó suavemente. Cuando Alicent permaneció en silencio, Rhaenyra puso los ojos en blanco y la sacudió. – Llámalo.

– ¡P... Padre! – Llamó Alicent. Terminaron su viaje por las escaleras y se detuvieron frente a la entrada principal. 

– De nuevo.

– ¡Padre! – Alicent gritó, más fuerte, y esta vez lo escuchó. Otto apareció en lo alto de las escaleras, con una vela encendida en una mano y su bata de seda cerrada con la otra. Sus ojos se oscurecieron cuando los vio abajo, y Rhaenyra no se molestó en contener la sonrisa que se extendió por su rostro.

– Buenas noches. – Ella habló. La criada de la cocina se asomaba por una esquina. Dos guardias salieron corriendo de la sala de estar a la derecha de Rhaenyra, donde claramente habían estado durmiendo en sus puestos, pero Otto levantó la mano y se detuvieron en seco. 

– ¿Quién eres? – Preguntó Otto, y Rhaenyra puso los ojos en blanco.

– ¿Quién soy? ¿En serio? ¿Esa es tu primera pregunta? – Hizo una pausa por un momento, ajustando su agarre en la daga. – Mi nombre es Rhaenyra Targaryen, y querrás recordarlo. La mejor pregunta, creo, es ¿qué quiero?.

Ella hizo una pausa, incitándolo.

– ¿Qué deseas? – Preguntó.

– Depende. – Ella se encogió de hombros, disfrutando de la mirada de irritación que había comenzado a extenderse por su rostro. – ¿Cuánto la amas?

Nunca MoriremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora