Prólogo

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No podía creer a la persona que veía frente a mí. Dejé salir las lágrimas y después de tanto tiempo me permití sentir, me permití rendirme porque el espejo roto frente a mi reflejaba el desastre en el que me había convertido y deseaba con todo mi ser ya no ser ese desastre el cual no sabía lidiar con los problemas al ser tan cobarde como para enfrentarlos.

Mamá y mi hermano Jhon no se encontraban en casa lo cual lo convertía en una ventaja, parecía el momento indicado.

No entendí en qué momento había llegado a tomar esta decisión, pero cuando caí en cuenta mi mano ya sostenía un pedazo del vidrio roto.

Estaba segura de hacerlo, no podía con tanto dolor, trate de ser fuerte, pero al parecer me salió todo mal.

Nunca fui tan fuerte como para poder soportar tanto.

El filo del vidrio se encontraba sobre mi muñeca, pero solo se mantenía ahí quieto y con mi mirada borrosa fija en ella. Era la oportunidad que tanto había estado esperado para dejar de sentir.

¿Entonces porque no podía hacerlo?

El teléfono en el suelo timbró de nuevo. Había perdido la cuenta de las veces que había timbrado después de la tercera.

Está vez fue corto el sonido, como si se hubiesen cansado de intentarlo.

Todos se habían cansado de intentarlo conmigo, no los culpaba porque hasta yo misma había decidido dejar de intentar.

Con mi otra mano libre limpie mis mejillas húmedas, las lágrimas salían sin lograr evitarlo. De nuevo estaba llorando, haciéndome ver tan cobarde.

Las personas solo se dedicaban a juzgar y creer que el dinero te convierte en una mejor persona, como en el caso de él.
Para él y toda su clase no había cosa que el dinero no pudiera solucionar.

Ellos siempre importaban o tenían problemas aún peores que los míos.

Tome aún más decidida y con impotencia el cristal, me daba asco de tan solo recordarlo.

Di un brinco al escuchar la puerta abrirse de golpe, a mi cabeza de inmediato llegó la idea de tener que soportar de nuevo los reclamos de Jhon, pero cuando lo escuché llamarme no supe cómo reaccionar ante él.

No tenía que estar el aquí.

Él no tenía que verme.

No así.

Lo mire fijo a esos ojos verdes cuando se olanteo en la entrada, sin decirme algo me levanto del suelo, haciendole olvidar del cristal por la accion tan repentina. Pude escuchar como soltó un suspiro cuando me tuvo en sus brazos mientras que yo me desmoronaba en llanto frente a él.

Era la persona que menos esperaba ver y sentí que lo había decepcionado.

—Lo siento, lo siento... —repetí una y otra vez entre murmullos.

El aún sin decir algo, me cargo entre sus brazos y cuánto estuvimos a lado de mi cama me bajo justo encima.

Se arrodillo frente a mi para quedar a la altura de vista y comenzo acomodo mi cabello, pasándolo mis mechones sueltos por detrás de mis orejas, para después limpiar mis lágrimas.

—Sabes que odio cuando te disculpas y aún más cuando no has hecho algo malo. —dijo con una media sonrisa aparentando estar bien, pero sus ojos decían lo contrario.

—Soy un desastre, cierto.

—Si, eres un desastre. —se alejo un poco haciendo un ademán invitándome a acostarme.

Hice caso y mientras el me arropaba supuse que se iría dejándome ahí al igual que todos, pero a veces solía olvidar que él no era igual que todos.

Se sentó al otro extremo de la cama para quitarse los zapatos, luego se metió debajo de las sábanas y de nuevo me envolvió en un abrazo.

—Pero no es malo. —explico—. En cada desastre hay belleza y tú eres la belleza que hay en el arte.

No respondí, no tenía palabras para hacerlo y aunque las tuviese, mi garganta quemaba y mi pecho dolía.

Comenzó a acariciarme el cabello tan delicadamente, cuidando cada uno de sus movimientos, como si supiera que con el más mínimo contacto fuera a quebrarme.

Aún no encontraba la manera en la que parará de llorar, pero ya no importaba, ahora estaba con él y algunas veces me hacía sentir solo un poco más fuerte, pero en otras ocasiones no era suficiente.

Aunque quisiera con todas mis fuerzas que lo fuera, no era suficiente. 

Fecha de publicacion: 10/03/2023 

-Lee🌻

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