Capítulo 3

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Se la pasó pensando en los recientes acontecimientos durante todo el vuelo. Intentó distraerse mirando una película, pero era inútil porque todo le hacía acordarse de su situación. Al llegar al aeropuerto de Ezeiza, lo recibió una multitud de hinchas que lo felicitaron y corearon "¡Dale campeón!, ¡dale campeón!". A pesar de estar muy agradecido por el cariño de la gente, lo único que quería en ese momento era escapar a su lugar seguro, al que sentía como un hogar.

El personal de seguridad tuvo que hacer malabares para abrirle paso entre el gentío y subirlo a un auto para trasladarlo al predio de la AFA. Al llegar a su habitación, decidió refrescarse con una ducha antes de ir a saludar a sus compañeros. Sabía que sólo se encontraban los del cuerpo técnico, Messi y el "Dibu". Leo había tenido que llegar con mucha anticipación por el operativo de seguridad que se había armado a causa de las amenazas que había recibido y el Dibu simplemente se había desocupado un poco antes que el resto.

Luego de cambiarse, decidió revisar su celular por si había algún mensaje urgente para él. Tenía algunas notificaciones de Instagram, pero no les dio demasiada importancia, hasta que llegó a una que lo dejó boquiabierto. Era una foto de él, modelando para una marca de ropa interior. Al momento de posar sus ojos sobre el cuerpo de su colega, experimentó un escalofrío en su espalda, un calor que recorrió su cuerpo y las famosas "cosquillas" en el estómago. Trató de ignorar las sensaciones que no comprendía. No era la primera vez que él posteaba algo así y antes había podido hasta reírse de aquello. ¿Qué había cambiado? Siguió revisando hasta que, al abrir la última notificación, se encontró con un video de Harry jugando con él de forma muy cercana, abrazándolo de manera demasiado cariñosa. Esa fue la gota que derramó el vaso.

Sabía que el sentimiento que lo invadía en ese instante no podía ser otro que celos. No podía aguantar más la impotencia de no poder decir, gritar, lo que le estaba pasando. Necesitaba desahogar lo que sentía, así que salió corriendo a buscar refugio en los amigos que tenía cerca.

Se dirigió a la habitación del capitán, a quien consideraba casi como un hermano mayor, y lo encontró tomando unos mates. En cuanto Leo lo vio, se acercó preocupado por la expresión desencajada en el rostro del cordobés. El menor sólo pudo atinar a abrazarlo, mientras que sus lágrimas de rabia comenzaban a fluir sin control. El rosarino le devolvió el abrazo, sin dudar.

-¡Eh!, ¿estás bien? ¿Te pasó algo? Me estás asustando Cuti- confesó Leo, quien no había visto al chico tan quebrado desde Qatar, pero esta vez era obvio que no era de alegría. Él no era una persona de llanto fácil, así que eso lo alarmó muchísimo.

-No puedo más, no puedo más- era lo único que podía murmurar el chico mientras sollozaba. En tanto Leo lo invitaba a sentarse en un sofá, llegó el Dibu con un nuevo paquete de yerba en la mano. El arquero, advirtiendo la escena, se acercó y puso su mano en el hombro del más joven. En sus sesiones con el psicólogo había aprendido que, en casos como ese, no había que forzar a la gente a hablar, que ellos lo harían cuando se sintieran preparados. El Dibu fue a buscar un vaso de agua y se lo ofreció, lo cual hizo que el morocho se calmara lo suficiente para comenzar a explicar lo sucedido.

-Perdón. ¡Qué vergüenza ponerme así en frente de ustedes!, pero me siento fatal. Necesitaba hablar con alguien- expresó Cuti mirando al suelo.

-No te preocupés, vos sabés que nosotros somos una familia. Nos podés contar lo que sea que no va a salir de acá- dijo el capitán con su fuerte acento rosarino.

-Más vale, todos tenemos nuestros mambos. ¿Te peleaste con tu mujer? Si es eso, no te hagas tanto drama. Si ustedes se quieren de verdad, todo se va a arreglar- comentó el Dibu, provocando que las lágrimas regresaran al rostro del cordobés.

-Es que ese es el problema, no se va a solucionar. Ya no se puede - sentenció Cristian.

-¿Tan grave es?- preguntó Leo con una expresión angustiada. El Dibu, quien siempre solía estar con una sonrisa en la cara, también tenía un semblante afligido. Esto le hizo sentirse culpable de ser la causa de la tristeza de sus compañeros, pero tenía que confesar lo que venía callando por tanto tiempo.

-Es que yo... Estoy enamorado de un hombre-.




Nota:

Llegó la hora de la verdad, ¿qué tal? 👀.

El Dibu y Messi en estos momentos:

El Dibu y Messi en estos momentos:

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