4. Room for renting

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Ese día, llegué temprano al lugar acordado. Me senté en una viga de hormigón alargada que había bajo unos árboles, y que generalmente es ocupada como banco, a esperar la llegada de C. Punto menos para él por la tardanza, sé que quien llegó antes de tiempo fui yo, pero no me interesaba. La brisa era maravillosa y aunque el sol ya comenzaba a molestar, desde mi posición solo se podía disfrutar del aire. Esporádicamente pasaban algunas personas cerca de donde estaba, pero yo solo miraba a mi alrededor en busca de mi cita. Le había advertido que si se demoraba en llegar me iría, pues no soy de esperar por nadie, así que cuando el reloj marcó la hora acordada me puse de pie con la intención de largarme, sin embargo en ese preciso instante entró una llamada. Miré la pantalla, leí su nombre y respondí.

- Dime, ya me voy.

- Mija no seas pesá, siéntate que ya llegué.

Sonreí con un poco de malicia, miré a mi alrededor y lo vi acercarse. Venía con una bicicleta (en la que ni reparé) de mano, usaba un short por la rodilla y un sobretodo de un color rojo vino al largo del short. Estaba usando aretes y un piercing en el labio. El cabello era crespo y cuando estuvo más cerca pude ver que tenía bien arregladas las cejas. Yo continuaba sintiendo que lo conocía de algún lado, pero decidí dejar esa sensación de lado, pues ya él estaba frente a mi.

Me miró preguntándome si no pensaba darle un beso y cerró los ojos al tiempo que estiró sus labios, un tanto carnosos y muy apetecibles, les pasé la lengua y el abrió los ojos de golpe cuando sintió que le chupé suavemente la boca. Le mordí la barbilla y cuando intentó hablar (no sé si fue para reclamar o no, pero me da exactamente igual), le introduje la lengua en la boca, profundizando el beso, el intentó hacer lo mismo pero le chupé la lengua. Me agarró las nalgas y gimió, lo que indicó que aquello le gustaba, así que puse mis manos en su pecho y lo aparté, como toda una niña buena y muy decente, vamos que con mi jean marron y una blusa rosa solo me faltaba una aureola.

Sin oponer resistencia lo seguí cuando tomó mi mano y caminó en dirección a las ranflas que daban acceso al interior del lugar que estaba cerrado por causas del COVID-19. Subimos y cuando llegamos a las rejas que impedían entrar, tiró de mi y me besó, introduciendo la mano por la parte de atrás del jean. Miré abajo y se veían algunas personas, así que volví a alejarlo de mí. Su deseo era más que obvio, y yo ni empezaba a calentarme. El siguió mi mirada y al ver que teníamos público se quitó el sobretodo y lo tendió en el suelo para que nos sentáramos e impedir que nos vieran. Yo lo hice y seguimos calentándonos mutuamente, está vez su mano se escurrió por el frente de mi pantalón y yo, que estaba apoyada en mis brazos le estaba haciendo muy fácil la tarea.

Aún no me había logrado excitar, de hecho yo solo estaba jugando y eso lo tenía a mil, sin embargo cuando sus dedos me rozaron el clitoris comencé a mojar las tangas demasiado rápido. La expresión de mi rostro me delató y el supo que estaba en el lugar correcto, así que, con dos dedos comenzó a juguetear y yo a retorcerme de placer. Yo ya no podía contener los gemidos y aunque traté de hacer poco ruido para él seguían siendo audibles. Con un movimiento rápido agarré su brazo para tratar de parar aquella deliciosa tortura, pero él tomó mi mano y se la puso en el bulto que se veía en su short. La tela impedía el contacto, pero sentir el poder y el tamaño de aquella erección hizo que se me acelerara el pulso. La gente seguía pasando pero ya nosotros no pensábamos así que le saqué el pene con un movimiento apresurado me doblé sobre él y comencé a chupar, el sabor del preseminal y verlo apoyado en sus manos  mirando al cielo con los ojos en blanco aumentaban mis deseos pues demostraba que estaba disfrutando. De repente me entró su pene hasta que mi garganta impidió el paso y lo dejo ahí por unos segundos, cuando retiró la presión no pude evitar la tos y C tiró de mi cabello y me besó. Me recostó en el piso y quedó sobre mí y cuando dejo mis tetas al descubierto para comenzar a chuparlas se escuchó la voz de unos niños que corrían bajo nosotros.

Sinceramente no tengo idea de que decían, mi mente giraba en torno a sentir como el entraba a mi vagina, el corazón se me queria salir del pecho y mi cuerpo estaba demasiado excitado. Mis ilusiones se fueron al demonio cuando lo vi organizando su miembro dentro del short y cerrándolo; pero se acercó a mí y mientras me tapaba las tetas con el sostén y regresaba la blusa a su lugar, me dijo al oido

- ¿Sabes dónde hay un alquiler?

Su voz era más fuerte, se notaba agitado y yo solo pude negar con la cabeza.

- Voy a ver si encuentro alguno y te llamo en unos minutos.

- Apúrate

Bajamos la ranfla de la mano y me senté. Mientras él se subía a la bicicleta y se alejaba yo iba recuperando mis sentidos, pero la excitación seguía ahi.

Habían pasado unos 5 o tal vez 10 minutos cuando sonó mi teléfono. Me dió instrucciones para llegar al lugar y las seguí sin ningún problema, era a unas pocas cuadras de donde estábamos. Llegué a la equina de la piscina y pues ya se me había olvidado el resto de la explicación así que no tuve más remedio que llamarlo. Cuando le dije donde estaba él se asomó y yo me dirigí a su encuentro.

Me enseñó el lugar, es un edificio de dos pisos y el room for renting estaba en el segundo. Subimos y esperamos a ser atendidos por un hombre bastante agradable que le indicó donde guardar la bicicleta. Luego de que lo hiciera, nos invitó a entrar. Pasamos del portal, donde estaba una señora mayor sentada en un balance, a la sala, esquivando varios muebles para seguirlo y llegar a un pasillo que daba a un comedor y a la cocina, pero nos dirigimos al comedor donde el hombre se sentó y nos pidió el carnet de identidad. Yo miré a C un tanto apenada y él comprendió que no lo traía, así que le dijo que solo entregaría el suyo y por suerte nos dejaron subir, solo con tomar mi nombre y mi número de carnet. Luego de registrarnos nos indicó la puerta que estaba tras nosotros, y que ya yo había visto, pues hay una escalera pegada a esta y eso llamó mi atención. El arrendador subió primero, luego C, quién tomaba mi mano y yo de última. Pese a que la mascarilla cubría mi rostro sentía un poco de vergüenza, pero ignorando la sensación seguí adelante.

Arriba había algo parecido al mostrador de un mini bar un tanto deteriorado con tres asientos de metal al rededor. Nos sentamos tomados de la mano mientras que preparaban la habitación.

– Está bastante bien esto - dijo mirando de un lado a otro.

– Así mismo - dije yo imitando su movimiento.

– Este puede ser nuestro lugar de escape - dijo sonriendo mientras nos poníamos de pie para entrar a la primera habitación.

Te quiero...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora