05. La fiesta

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Toda su vida corrió, corrió de esas manos obscenas que tocaban su suave piel en la niñez y adolescencia, corrió de los golpes de su padre al enterarse de un embarazo, corrió de varios departamentos en barrios humildes donde la vida de Emma y la su...

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Toda su vida corrió, corrió de esas manos obscenas que tocaban su suave piel en la niñez y adolescencia, corrió de los golpes de su padre al enterarse de un embarazo, corrió de varios departamentos en barrios humildes donde la vida de Emma y la suya podría correr peligro, corrió de los malos comentarios cada que preguntaban por el padre de su pequeña.

Y ahora corría, pero era distinto, corría detrás de su pequeña mientras ella abría cada puerta de la mansión.

-¡Emma, es suficiente!- pidió, algo cansado, maldiciendo al cenizo por decirle a su pequeña hija que podía explorar el lugar.

La rubia ignoró la petición de su madre y siguió corriendo, 4 pisos enormes llenos de grandes habitaciones llenas de cosas distintas y caras, algunos eran cuartos para dormir, otros enormes baños semejantes a piscinas, un cuarto enorme donde sólo había un simple piano y un sillón, incluso habían habitaciones vacías donde lo único que se apreciaba eran candelabros como en un cuento de hadas.

Emma estaba maravillada, todo era sacado de una historia de princesas.

-¡Mami, mira!

Takemichi se acercó a la puerta roja que su pequeña había abierto, en su interior se podía apreciar varios vestidos colgados o en maniquís, de distintos colores y tamaños, para Emma era el paraíso.

-Cariño...no creo que debamos estar aquí, vamos a otro lado a jugar ¿Si?- pidió algo nervioso, realmente eran vestidos muy hermosos, dignos de una película medieval donde bellas actrices interpretan a poderosas reinas.

-¡Pero el señor Manjiro dijo que podía jugar con lo que quiera!- se quejó la infante, todos esos lindos vestidos la llamaban y realmente deseaba usarlo, ninguno era de su tamaño pero todos eran hermosos. Entró sin dudarlo, el señor Manjiro le había dicho que todo en la mansión ahora le pertenecía, incluso las insignificantes hormigas que caminaban en el verdoso jardín, sin excepción alguna. Así que, en teoría, esos vestidos eran de ella ¿No? -Mami, este es lindo, pontelo.

Su pequeña mano jugaba con la fina tela de un vestido negro que un maniquí usaba, tenía una abertura en el abdomen, tiras finas que lo sujetaban de los hombros y la falda era pegada al cuerpo, en la cadera se podía ver un fino cinturón dorado que caía de manera elegante por uno de los costados.

Bastante lindo.

-Y-yo no uso vestidos cariño, deja ahí, mejor vamos al jardín...por favor- pidió con pena, muy en sus adentros siempre quiso usar lindos vestidos pero jamás tuvo el valor, ser visto de manera morosa desde niño fue el motivo de su duda. Si, cuando vestía ropa holgada, era visto de manera pervertida por un familiar ¿Qué esperaba con ajustado y corto vestidos? Le echarán la culpa de cualquier desgracia, llamándolo provocador.

-Pero, es lindo, y el señor Manjiro dijo que te pusieras algo lindo- insistió la pequeña, con un puchero en sus labios -Por favor~ quiero ver a mami en vestido, siempre usas pantalones, el señor tacaño y el señor rosado dijeron que llevarían vestidos, y las nubes de colores...¿Por qué tu no?

Good Morning Daddy [MITAKE] ✅️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora