❝EL PRIMERO❞
Solto un gran suspiro y se dejó caer en el césped junto al pelinegro quien estaba exhausto. ¿Y como no estarlo? Él moreno llevaba unos 30 minutos golpeándolos.
Ella sentía algunas punzadas de dolor en su cuerpo pero a los segundos desaparecían, en cambio él menor a lado de ella era un caso distinto. El dolor físico que él sentía no desaparecía con facilidad, tampoco las heridas y rasguños en su cuerpo.—¿Eso es todo Lyanna?—habló Roan él cual aún permanecía de pie, sin ningún rasguño.
—No puedo hacerlo.
—Mientes—frunció el ceño—No es que no puedas hacerlo, es que no quieres.
—Aún no puedo controlar mi fuerza, siempre mis brazos o piernas terminan atoradas en los árboles—se cruzó de brazos.
El rodó sus ojos al oír eso.
Lyanna era fuerte, muy fuerte. A sus trece años podía derribar desde el árbol más grande hasta pulverizar una roca con sus propias manos, sin embargo no sabía cómo controlar la fuerza descomunal que poseía y eso hacia que las cosas se le pusieran difíciles.
Era evidente que si ella le encestaba un golpe sin medir su fuerza antes, probablemente le partiría las costillas.
Por esa razón quería que ella comenzará a controlar esa fuerza que tenían sus golpes.—¿Qué me dices tú Luffy?—miró al menor que aún estaba tirado en el suelo.
—Tengo hambre.
—Mocoso, jamás aprenderás a controlar tu fruta si no practicas.
—Igual tengo hambre.
—¿Y así planeas convertirte en el Rey de los Piratas?—alzó una ceja.
—¡Cállate!—se levantó repentinamente—¡Yo me convertiré en el Rey de los Piratas!—grito mientras se colocaba nuevamente su sombrero.
—Bien, Futuro Rey Pirata. Dame tu mejor golpe—sonrió.
Lyanna arrugó su nariz, sabía que esto no iba a terminar bien.