Esteban y Agustín estaban sentados en el vestuario, hablando de todo y de nada al mismo tiempo. Esteban estaba concentrado en las palabras de Agustín, pero al mismo tiempo no podía evitar distraerse con su aspecto: su cabello, sus bellos ojos y su piel blanca como la nieve. Todo en Agustín era perfecto a los ojos de Esteban, y eso lo hacía sentir cosas que nunca habia sentido antes por otra persona.
Mientras Agustín hablaba de sus aventuras y desventuras, Esteban se perdía en la profundidad de su mirada. Esa mirada que lo había cautivado desde el primer día que se conocieron en las inferiores de Boca.
-Agus, vos siempre tenés las mejores anécdotas-dijo Esteban mientras sonreía.
-Sí, es que tengo una vida muy movida-le respondió riéndose.
De repente, sin pensarlo demasiado, Esteban tomó la mano de Agustín y la besó suavemente, provocando que el rostro del menor se pusiera rojo como un tomate. Pero a pesar de todas las cosas que sentía por Rossi, Andrada no estaba seguro de que él sintiera lo mismo. No quería arriesgarse a arruinar su amistad si estaba equivocado. Así que decidió guardar sus sentimientos por el momento y seguir disfrutando de la compañía del arquero como su mejor amigo y su compañero.
Después de ese momento incómodo, la conversación siguió fluyendo como si nada hubiera pasado. Hablaron de fútbol, de música, de películas y de todo lo que se les ocurrió. Esteban no podía dejar de mirar a Agustín, y cada vez que lo hacía, su corazón latía más rápido y su respiración se aceleraba.En su mente, describía al menor de la manera más romántica posible: "Sus ojos marrones son como pozos profundos en los que me pierdo sin remedio. Su sonrisa me llena de alegría y su risa es como música para mis oídos. Y su piel blanca como la nieve es tan suave que me dan ganas de acariciarla todo el tiempo.
Pero entonces Agustín se levantó del banco y se dirigió hacia el vestuario.
-Bueno, Esteban, creo que es hora de que me vaya-dijo mientras se despedía con una sonrisa.
se quedó mirándolo mientras se alejaba, sintiendo un vacío en su pecho que no había sentido antes.
se ilusionaba pensando que quizás Agustín sentía lo mismo que él, pero no podía estar seguro. Por ahora, lo único que podía hacer era seguir adelante y esperar a ver qué pasaba en el futuro. Pero una cosa era segura: Agustín nunca sería sólo su suplente, siempre sería algo más para él.
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Andrada se acercó a Zambrano, quien estaba sentado en el vestuario después de la práctica.
-Kaiser,¿puedo hablar con vós un momento?-preguntó Esteban
-Claro,¿qué pasa?-respondió el peruano.
Le explicó la situación con Agustín y cómo se sentía por él. Carlos escuchó atentamente y luego asintió con la cabeza.
-entiendo cómo te sientes, Esteban. Pasé por lo mismo con Pol Pero al final lo conquisté-dijo con una sonrisa.
-¿Cómo lo hiciste?-preguntó el mendocino con interés.
-En mi caso, fui paciente y dejé que las cosas fluyeran naturalmente. También trataba de estar cerca de él y de hacer cosas juntos, como salir a caminar o a comer. Y por supuesto, nunca dejé de ser yo mismo. Creo que eso fue lo que lo hizo enamorarse de mí- le respondió con nostalgia el central.
-crees que podrias decirme algunos consejos para conquistarlo?- le dijo a a su amigo.
-por supuesto,primero tienes que demostrarle a Agustin que te importa-continuó Zambrano. No solo con palabras, sino con acciones. Presta atención a las cosas que le gustan, hazle pequeños detalles, demuéstrale que te importa su bienestar También es importante demostrarle que estás interesado en él como persona, y no como un objeto de deseo. Asegúrate de pasar tiempo con él fuera del campo de juego, hazle preguntas sobre su vida y escucha con atención lo que tenga que decir con eso él caerá rendido a tus pies.
-Y ¿que cosas creés que puedo regalarle?.
-Bueno, eso depende de lo que sientas que es apropiado para su relación. Pero en mi caso, le compré a Pol sus dulces favoritos y se los di antes de un partido importante. Fue un pequeño gesto, pero significó mucho para él-respondió el Kaiser.
-Espero poder conquistar a Agustin de la manera correcta- dijo algo inseguro Maximiliano.
Zambrano le da una palmada en el hombro.
-Lo lograrás, Esteban. Solo sé tú mismo y sigue tu corazón- le aconsejo.
- Gracias carlos por tus consejos- le agredecio.
- de nada,hermano cuando quieras ayuda para conquistar a tu chico no dudes en hablarme,ahora debo irme Pol es esperandome para que vayamos a casa juntos. Dijo despidiéndose de su compañero
-Adiós Kaiser,cuidense- le respondió También saliendo del vestuario para ir por su auto.
Al menos ya tenia una idea de como hacer que su "amigo" lo mire de otra.mientras caminaba hacia el estacionamiento, vio a Agustin sentado en el asiento de copiloto, revisando su teléfono. Esteban sintió una punzada en el estómago al verlo allí, y se acercó a su auto con una sonrisa nerviosa.
-¡Hola Agustin!- saludó Esteban, esperando no parecer demasiado emocionado.-¿Cómo estás?.
Agustin levantó la vista de su teléfono y sonrió.
-Hey, Esteban. Estoy bien, gracias. Pero,¿por qué me saludas si ya nos vimos varias veces hoy?- le pregunto confundido el de san martin.
- es que estuve distraido en algo,disculpame pero oye, ¿te importa si conversamos un poco? Tengo algo que preguntarte. Le dijo algo nervioso el morocho.
-Claro, no hay problema-dijo Agustin, guardando su teléfono -¿Qué quieres saber?.
-¿Cuáles son tus gustos? ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Tienes algún dulce favorito? ¿Te gustan los peluches? -preguntó Esteban de golpe, sintiéndose tonto por hacer tantas preguntas juntas.
Agustín se sorprendió por la repentina avalancha de preguntas, pero sonrió y respondió con paciencia:
-Bueno, en mi tiempo libre me gusta leer y ver películas. Me encanta el chocolate y alfajores. sobre los peluches, no soy un gran fanático, pero me parecen adorables.
-¡Eso es genial! -dijo Esteban, feliz de haber descubierto más sobre los gustos de Agustín-. A mí también me encanta el chocolate y los alfajores son una delicia. Y sí, los peluches son súper adorables.
Se rieron juntos, y sintió que el ambiente entre ellos era cómodo y agradable. Había algo especial en el porteño que lo hacía sentir seguro y feliz, y no podía esperar a pasar más tiempo con él.