Italia le sonrió a Reino Unido al verlo con el látigo, pero no se veía muy convencido de hacer aquello.
—¿Estás segura? Esto es de cuero y, además, tiene pequeños fragmentos de hierro— describió su látigo preferido.
—Pero tú sabes usarlo, me encanta que me golpeen. Además, te ves bien usándolo—
—Nunca pensé que la hija de Italia Fascista sería masoquista—
—Solo golpéame sin miedo, con odio— se dio la vuelta, descubriendo su espalda.
—Pst, cómo tú quieras— se puso en pocisión.
Cuando el británico dio el primer latigazo, la italiana arqueó su espalda y gimió sin vergüenza, apretando las prendas que antes cubrían su cuerpo.
—¿Solo ese?—
—¿Crees que con un golpe ya está? ¡Golpéame!—
El mayor suspiró y le dio un latigazo seguido de otro y otro, así sucesivamente. La europea hundió su cara en la cama, tocándose la espalda, pero no había sangre ni nada por el estilo.
—Oye, dije con odio—
—Yo no lastimo a las mujeres— se sentó junto a su compañera de continente.
—Pero yo quería sangre— dijo al sentir que el británico pasaba una crema por su espalda.
—Eso hará que no te de comezón o dolor y desaparecerá más rápido—
—Pensé que sabías usarlo, ¿por qué no me cortaste?—
—Ya te lo dije, no quiero lastimar a una dama— repitió —Además, sé usarlo, si no supiera usarlo, posiblemente el látigo se te habría pegado a la piel y te hubiese cortado profundamente tu bello cuerpo. Nadie quiere eso—
—¿Así que le parezco atractiva, señor Inglaterra?—
—Mi nombre es Reino Unido, Inglaterra es el nombre de mi padre—
—Eso no responde mi pregunta~—
—Respondiendo a ella, me parece atractiva en un sesentaicinco por ciento—
—¿Y mi otro treintaicinco?— hizo un puchero con sus labios.
—Perdóneme al decir esto tan bruscamente, pero usted es un poco intensa—
—Aw... Y yo que estaba dispuesta a una relación con usted— se acercó al rostro del inglés —¿Quiere un besito?—
—Agradezco la oferta, pero no— sonrió.
—Bien, retiro la oferta del beso, pero mi oferta sobre la relación sigue en pie—
—La tendré en cuenta—
Ambos rieron e Italia se le abalanzó y lo abrazó, dispuesta a quedarse dormida en sus brazos.
Aún se consideraban amigos, pero amantes a la vez y ahora había posibilidad de relación.
—Tu pecho huele a esencia de vainilla— rió —A Alemania le gustaría eso, ja, ja—
—¿Tú cómo sabes eso?—
—Soy la mejor amiga de su esposa, dah~—
—Mejor cállate y no arruines el momento— dijo —Por estas cosas no quiero ser tu pareja—
—Ay! ¡No seas hijo de perra!— golpeó al británico en el pecho a forma de berrinche.
La adoraba.
YOU ARE READING
One-Shot CountryHumans II
Random𝒫𝒶𝓇𝓉𝑒 𝒹𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝒪𝓃𝑒-𝒮𝒽𝑜𝓉 𝒞𝑜𝓊𝓃𝓉𝓇𝓎𝐻𝓊𝓂𝒶𝓃𝓈. 𝐹𝑒𝓉𝒾𝒸𝒽𝑒𝓈, 𝑒𝓍𝓅𝑒𝓇𝒾𝑒𝓃𝒸𝒾𝒶𝓈, 𝓂𝒾𝑒𝒹𝑜𝓈 𝓎 𝑔𝓊𝓈𝓉𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝒞𝑜𝓊𝓃𝓉𝓇𝓎𝓈 𝒶 𝓁𝒶 𝒽𝑜𝓇𝒶 𝒹𝑒 𝓁𝑜 𝓈𝑒𝓍𝓊𝒶𝓁. 𝒜𝒹𝑒𝓂á𝓈 𝒹𝑒 𝒶𝓁𝑔𝓊𝓃𝒶𝓈 𝓅𝑒𝓆...