—Yup— afirmó a la pregunta, teniendo llena su boca con caramelos de fresa.
—Oh... ¿Puedo ver tu cicatriz?— pidió con curiosidad.
—¿Seguro?—
—¡Si, si! ¡Muéstramela!— Sus ojitos brillaron.
—Como quieras— terminó de morder los caramelos.
Canadá comenzó a quitar la venda de su brazo, dejando ver una cicatriz que aún no sanaba por lo profunda que era, el oso con el que se había topado no fue muy amistoso.
—Eso se ve doloroso, mejor cúbretela o se te infectará— regañó.
—Si, creo que tengo que cambiar la venda— sugirió —A propósito, tengo que irme, Ni— apodó a su pareja.
—Bien. Oh, saluda a Reino Unido de mi parte cuando llegues a tu casa, por favor—
—Entendido, nos vemos, Ni—
El bicolor más alto se marchó sin más al dar un último beso en la frente de su amado, pues tenía trabajo que hacer. En cuanto se esfumó de la visión del ucraniano, este cogió su teléfono para hacer una llamada.
—Ejem, ¿hola?— esperó una respuesta —Si, te estoy escuchando. Sabes, necesito que vengas al parque principal, estoy en la misma ciudad que tú, necesito... ya sabes de qué hablo— Se apenó un poco, poniéndose rojo —¡No te rías, tonto!— gritó —Bien, te estoy esperando. Adiós—
Su tan esperado amante apareció en un auto escoltado luego de unos treinta minutos, corriendo hacia él cuando lo vio. De verdad estaba desesperado por sexo.
—¿Entonces? ¿A qué lugar quiere ir esta vez el ucraniano?— preguntó burlesco.
—Cállate, llévame a cualquier sitio porque no aguanto más— Se acercó al rostro del verdoso.
Ambos se unieron en un beso lujurioso, ignorando por completo el lugar en el que estaban, tanto así que no se percataron de que un canadiense venía de regreso con una cálida sonrisa y un pote de helado de vainilla, el favorito de Ucrania.
—¡Oye, Ni! ¡Resulta que se equivocaron!— habló algo frustrado —¡Pero te traje helado!— Su linda sonrisa abandonó su rostro, unas pequeñas lagrimitas se hicieron presentes en su lugar —¿Ucrania? ¡Ucrania!— llamó la atención de los otros por fin.
—¿Eh? ¡¿Can?!— Los nervios se apoderaron de él tan solo al verlo —E- ¡Espera! ¡Déjame que te!— Su frase fue interrumpida por él mismo cuando se quedó paralizado al ver a Canadá con lágrimas resbalando por su rostro.
El árabe tampoco podía creer que aquel saco de alegría y amor estuviera llorando frente a él, pensó que simplemente se iría corriendo, pero no fue así. Al parecer de verdad le había dolido el ver a su amado con otro, era un golpe duro para el gran oso lleno de cariño.
—Yo pensé que me querías... ¡Me dijiste que me querías!— No podía siquiera enojarse, estaba roto —No quiero que me explique nada— sollozó en una pausa —¿Sabes qué? Quiero irme a casa— terminó, corriendo hacia el baño más cercano que halló.
—¡Canadá! ¡Espera a que!—
—No puedes solucionarlo, Ucrania, solo vámonos. La cagaste para siempre y debes aceptarlo— subió a su auto y esperó a que el otro hiciera lo mismo, dándole órdenes al chofer de arrancar el vehículo cuando esto pasó.
...
—¿Ame? Eh- ¿Puedes venir por mi?— sollozó sin poder evitarlo —S-si, está todo bien, solo ven a buscarme, por favor...—
Su hermano al otro lado de la línea estaba preocupado y se había contagiado de la tristeza de Canadá de tan solo escucharlo llorar.
Al menos tenía un pote de helado.
JE LEEST
One-Shot CountryHumans II
Overig𝒫𝒶𝓇𝓉𝑒 𝒹𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝒪𝓃𝑒-𝒮𝒽𝑜𝓉 𝒞𝑜𝓊𝓃𝓉𝓇𝓎𝐻𝓊𝓂𝒶𝓃𝓈. 𝐹𝑒𝓉𝒾𝒸𝒽𝑒𝓈, 𝑒𝓍𝓅𝑒𝓇𝒾𝑒𝓃𝒸𝒾𝒶𝓈, 𝓂𝒾𝑒𝒹𝑜𝓈 𝓎 𝑔𝓊𝓈𝓉𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝒞𝑜𝓊𝓃𝓉𝓇𝓎𝓈 𝒶 𝓁𝒶 𝒽𝑜𝓇𝒶 𝒹𝑒 𝓁𝑜 𝓈𝑒𝓍𝓊𝒶𝓁. 𝒜𝒹𝑒𝓂á𝓈 𝒹𝑒 𝒶𝓁𝑔𝓊𝓃𝒶𝓈 𝓅𝑒𝓆...