Kageyama está estresado, y eso es expresar poco lo que siente. Ha pasado un mes entero pensando en una propuesta de matrimonio decente, sencilla pero a la vez divertida, porque quiere que sea una situación digna de ser recordada cuando los dos estén más grandes y tengan arrugas en sus rostros.
Le ha pedido ayuda a su círculo estrecho de amigos, inclusive a los extensos amigos de Shoyo. Cada idea la tiene apuntada en una lista de notas de su celular, pero cuando las lee, sólo hace que le duela la cabeza por tener que escoger una que no sea tan alocada como:
— Llévalo a hacer paracaidismo en helicóptero. En la tierra pide que escriban la pregunta y cuando estén abajo, te arrodillas con el anillo.
— Finge un secuestro, que cubran sus ojos, lo lleven a un punto de encuentro y cuando le quiten la venda, ahí estarás arrodillado.
— Pideselo en Disneyland enfrente del castillo.
No puede tomar con seriedad esas ideas dadas por Yamaguchi, Yachi y Tsukishima por más que les aprecie. Así que, dadas las circunstancias, ha decidido poner su confianza ante las páginas de Google que le dan consejos para lugar y formas para propuestas.
El asunto ahora es que las ideas son casi irreales y muy heterosexuales para su propio gusto. Pero si ya no tiene más opción, tendrá que tomar algunas para ponerle fin a la ansiedad que siente en las madrugadas cuando ve el rostro pacífico de Shoyo durmiendo a su lado, teniendo ganas de gritarle que se case con él.
Ahora mismo son las nueve de la mañana, está navegando por las páginas de recomendaciones de propuestas, leyendo cada una con atención. Está acostado boca arriba, sosteniendo el celular con sus dos manos. Shoyo está de espaldas de él, por lo que aprovechó la posición para comenzar su misión desde temprano.
Ya tiene el anillo preparado, está guardado en una pequeña caja dentro de una bolsa oculta de su maleta. Sabe que Shoyo puede ser un tanto curioso con esculcar sus pertenencias (por no decir chismoso), tuvo que optar por esconderlo ahí.
Leyó una idea que le pareció decente y fácil de ejecutar.
"Llévala a cenar, en un postre que pida esconde el anillo. Y cuando lo descubra, sólo tienes que hacer la tan esperada pregunta. ¡Panza llena, corazón contento!"
Bien, sólo que en vez del anillo decide que será una hoja con la pregunta, porque está seguro que estará tan nervioso que las palabras quedarán atoradas en su garganta. Además, no ve posible que esto pueda salir mal.
Sintió un alivio invadirle el pecho de por fin decidirse, ahora sólo falta escoger un restaurante.
— ¿Qué estás leyendo, Tobio?
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La luz del día | KageHina
FanficProponerle matrimonio a Shoyo era más difícil de lo que creía. ¿Qué le garantizaba que las ideas de internet iban a ayudarlo? Absolutamente nada, pero lo intentaría para dejar de torturarse en pensar y lograr en hacerlo memorable.