➳ due

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"Si se te da bien la acuarela o el óleo, puedes pintar una bonita imagen que quedará de recuerdo para colgarla cuando vivan juntos

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"Si se te da bien la acuarela o el óleo, puedes pintar una bonita imagen que quedará de recuerdo para colgarla cuando vivan juntos. Definitivamente, ¡será una petición inolvidable!"

Kageyama ya sabía lo que tenía que hacer. Reservó un cupo para estar en clases de pintura en un taller de arte, el cual estaba localizado en una pequeña casa cerca de la playa. Ahora estaban caminando hacia allá, Shoyo estando emocionado por hacerle saber de sus habilidades artísticas.

Sabe que no es buen dibujante, apesta en cualquier ámbito relacionado. ¿Pintar? Será el doble de peor. Los únicos dibujos decentes que ha hecho en su vida son de muñecos de palitos, y eso es porque los ha tenido que hacer para enseñar sus tácticas antes de un partido de voleibol.

Shoyo no se queda atrás, sólo que a él se le entiende lo que dibuja, incluso cuando trata de animales. Puede tener las líneas más disparejas posibles, los colores no combinando, siendo remarcado miles de veces, pero es legible (sorprendentemente).

Una vez estuvieron jugando junto a sus amigos a "Pictonary", una de esas pocas veces en las que se reúnen para convivir cuando tiene la mayoría la agenda libre. Cuando fue el turno de Kageyama para jugar, dibujó lo mejor que pudo el objeto, de verdad se esforzó tanto que sus cejas estaban fruncidas por la concentración. El equipo de Suga estaba ganando, no podía permitirse una derrota.

Conforme Tobio iba dibujando, su equipo iba gritando las posibles respuestas. Kageyama negaba frustrado, teniendo ganas de gritarles por no poder descifrarlo. No fue hasta que el equipo de Suga adivinó la propia palabra de ellos y soltó con rendición el lápiz.

"¿Qué mierda trataste de dibujar?" Le había preguntado Oikawa con expresión confusa.

"Una vaca"

La sala se llenó de risas incontrolables, Shoyo también siendo participe, no teniendo vergüenza en burlarse de su novio con otras personas. Kageyama miró cruzado de brazos hacia su dibujo, y observándolo bien, estaban en su derecho de burlarse. El animal tenía cuerpo de ovalo en horizontal, unas orejas puntiagudas, la cola un simple rayón al igual que las cuatro patas. No se molestó en agregar manchas negras, hocico u ojos.

Desde ese momento se prometió a sí mismo nunca dibujar para otras personas, a excepción de los partidos de voleibol y muy de vez en cuando para hacer reír a Shoyo cuando se sentía deprimido.

— ¡Oh, es ahí, es ahí! — Su novio (pronto prometido, gracias) apuntó a la casa donde la puerta estaba abierta.

Afuera había un cartel mediano que decía: "¡Bienvenidos al taller de pintura!".

La luz del día | KageHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora