Aemond T. | Prisioneros de guerra

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Los negros perdieron y se hicieron prisioneros de guerra. Saera Velaryon, hija de la fallecida Rhaenyra Targaryen, había sido legitimada por el rey Aegon II, pero ella sabía muy bien lo que en verdad era.

OC: Saera Velaryon.

Rocadragón ya no se sentía igual, no sin su padrastro volando con Caraxes, no sin su madre quejándose en broma de sus hijos, no sin sus hermanos riendo por los pasillos del castillo

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Rocadragón ya no se sentía igual, no sin su padrastro volando con Caraxes, no sin su madre quejándose en broma de sus hijos, no sin sus hermanos riendo por los pasillos del castillo. Los sirvientes y guardias anteriores habían sido reemplazados por unos leales a los verdes y ahora Saera no reconocía a ninguno, ni siquiera cuando la estaban siguiendo todo el día.

Ella se reía. ¿A dónde iría? Nunca consiguió un dragón, el huevo se quedó frío en su cuna. Tampoco logró unirse a ninguno. Y si quería salir corriendo, los guardias la detendrían. Bueno, los guardias y el bebé que crecía dentro de ella.

Aquella era la prueba innegable de su situación, lo que hacía ver a Saera que lo que ocurría era real. Cuando estalló la Danza de Dragones, ella se había quedado en Rocadragón. Había escuchado cada muerte de su familia hasta que, un día, los verdes llegaron al castillo y acabaron con los negros.

Saera estaba lista para ser ejecutada frente a las masas, ser devorada por los dragones de sus tíos, tal como le había ocurrido a su madre. Pero eso nunca pasó.

La llevaron a Desembarco del Rey para que compadeciera frente al trono en el que su madre debió haberse sentado. Recordaba cómo Aemond agarraba su brazo con fuerza, impidiéndola marcharse de su lado mientras Aegon dictaba su sentencia.

-Querida sobrina, es una pena que hayas acabado envuelta con la puta de tu madre -dijo con una risa, se notaba que había bebido algo. La corte susurraba que lo hacía para olvidar el dolor que le causaban las heridas adquiridas en la guerra-. Por suerte, Aemond ha pedido tu mano en matrimonio, así que tendremos una boda dentro de poco.

Alicent y Otto se quedaron sin habla e intentaron convencerlo de lo contrario. La muchacha era una simple bastarda, hija de una "traidora" del reino. Aquello era un insulto a la corona. Mientras estos discutían, Saera miró a Aemond, quien al notar su mirada, giró su cabeza para verla.

Había lágrimas sin derramar en los ojos de la chica. Aquel era quien de niña había sido su tío favorito, con quien soñaba que sus dragones nacieran, con quien estudiaba en la biblioteca, con quien jugaba cuando el resto se burlaba de ellos...

Hasta que reclamó a Vhagar, hasta que insultó a sus hermanos, hasta que intentó matarlos. Y ahora estaba allí, exigiendo su mano.

-Soy una bastarda -susurró queriendo detener eso. Aegon había declarado a todos sus hermanos bastardos ante el reino. Después de años insultándolos, ¿por qué actuaba así?

-Aegon te ha legitimizado. Ahora eres Saera Targaryen, mi futura esposa -respondió sin desviar la mirada, totalmente serio.

El corazón de Saera se sintió más pesado. Él iba a en serio. Lo volvió a confirmar cuando tuvieron una boda Valyria, donde no había anulaciones de matrimonio.

ONE-SHOTS || House of the DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora