XIX

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"¡SÓLO ADMITE QUE TE OLVIDASTE DE LA MALDITA CITA Y ME DEJASTE PLANTADA POR MÁS DE TRES HORAS!"

Camino entre las personas en el pasillo del Instituto sin siquiera mirarlas, mirando un punto fijo. Perdida entre mis pensamientos, o simplemente ignorándolos.

Camino entre la multitud sintiéndome una más en esa marea de personas sin sentido ni nada que las impulsara a ser algo mejor, algo más de la pesadilla falsa que en realidad eran.

Ignorando a todo el mundo, a ellos, a los profesores, a la bella pelirroja que me miraba con extrañeza desde el otro lado de la multitud... hasta incluso a mí misma.

Las clases pasaban rápidas y cuando me daba cuenta no había hecho nada.

Suena exagerado, pero más que triste me encuentro decepcionada. Si era tan importante para ella, ¿por qué me hizo eso y luego no me dijo nada? Todos me miraron, otra vez, de manera extraña y me ignoraron olímpicamente, fue incluso mejor, no tenía ánimos de hablar con nadie.

Recuerdo que la persona que sí me iba a decir algo fue Steve, el cual me miró como si se preguntara a sí mismo qué me estaría pasando. Varias veces empezó a seguirme en la Casa, pero para luego desviar su rumbo y hacer otra cosa completamente diferente. Esperé a ver si me decía algo, habiendo planeando muchísimo antes una respuesta falsa, pero nunca vino ni nunca me dirigió la palabra para preguntarme eso.

Supongo que él sabía que me pasaba algo, pero decidió que lo mejor para mí era que lo resolviera sola, sin entrometerse demasiado o parecer una molestia.

Estaba caminando de vuelta del Instituto, hasta que sentí sobre mi hombro un dedo insistente que me pedía que me diera vuelta, y eso mismo hice. Ahí estaba Max, mirándome confundida, le devolví la mirada de una manera neutra y sin sentimientos, esto hizo que su entrecejo se frunciera aún más.

---¿Estás bien? ---me preguntó.

Este es nuestro momento de ser cruel y devolverle de golpe y de una manera muy dolorosa todo el dolor que nos hizo pasar.

No. Puede ser que se lo merezca... pero no lo haría. No sé si lo haría.

---Bien, supongo.

Levantó una ceja, sin creerme una palabra.

---¿Estás bien? ---repitió, haciendo más énfasis en la pregunta.

---¿Tú estás bien acaso? ---le devolví la pregunta de manera algo brusca---. Porque yo la verdad me lo pasé fantástico ayer en la feria.

Y de pronto lo entendió, y su expresión pasó a ser una de espanto.

---___... yo... ---No encontraba las palabras para expresarse.

---¿Sabes algo? No hace falta que digas nada. Olvídalo.

Me di vuelta y seguí con mi caminata.

---¡Espera, ___! ¡De verdad, perdón! ---escuchaba a mis espaldas.

Cerré los ojos y frené mi caminata. Mi tristeza se convirtió en enojo.

---¿Quieres hablar sobre eso? ---escupí---. Lo hablamos en la casa. ¿Quieres decirme cuánto te arrepientes haberme dejado plantada? Me lo dices en la casa. ¿Quieres saber el simple hecho de que estuve esperándote tres horas hasta que oscureció y empezó a hacer frío? Lo hablamos en la casa. ¿Pero sabes qué? No quiero hacer un numerito en la calle adelante de todos, así que lo hablamos en la casa.

Max se quedó callada, sorprendida, pensando lo que le había dicho. Asintió en silencio mientras me daba vuelta y seguía caminando, ella me seguía en silencio.

𝘿𝙚𝙖𝙧 𝙈𝙖𝙭... [ᴍᴀx ᴍᴀʏꜰɪᴇʟᴅ ʏ ᴛÚ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora