XVIII

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Finalmente sí me quedé dormida, cuando desperté tenía los brazos de Max alrededor de mi cintura y su cabeza en mi pecho. Sonreí levemente, y la corrí un poco para poder levantarme de la cama. Caminé descalza sobre el piso de madera y cerré con demasiado cuidado la puerta.

Era muy temprano, así que todos estaban durmiendo. Gracias al Universo que estos días no habrían clases, así puedo, por fin, invitar a Max a nuestra tan esperada primera cita. Una parte de mí decía que era algo estúpido e innecesario, porque al fin y al cabo ya éramos novias; pero la verdad es que no me interesa en lo absoluto. Hoy le diría, le preguntaría, y ella (supongo) que me va a decir que sí.

Abrí el refrigerador y miré por unos minutos su interior sin siquiera mirar. Me quedé pensando por un minuto en la nada, para luego reaccionar y tomar cualquier cosa que tenía adelante de mis ojos.

Me sorprendí, luego, al darme cuenta que había agarrado una lata de tomates.

---Pero, ¿qué? ---Miré la lata, estaba abierta y olía fatal, podía ser que luego se le hicieran hongos.

Aun así, abrí otra vez el refrigerador y lo dejé donde estaba, para luego inspeccionar toda la sala y ver todo el desorden que habían dejado todos los demás el día anterior. Me daba pereza ordenar algo, o siquiera mover una cosa, yo no había sido partícipe en todo aquel lío. 

En medio de mi inspección me topé con una dormida Robin acostada sobre el sofá. Su cabello estaba todo desordenado y su nariz estaba roja, ¿se habrá enfermado? Pude ver que habían muchos papeles higiénicos en el suelo y entre sus manos. ¿Estuvo llorando? Era muy probable si nos fijábamos bien sus ojos, los cuales estaban hinchados.

¿Qué puedo haberse enterado, visto, escuchado o puesto triste a Robin para que estuviera llorando pasada la madrugada, hasta quedarse dormida?

No lo sabía, y tampoco podía hacerme idea. Fuese lo que fuese, espero que se le pase, no me gustaría verla mal.

Subí las escaleras intentando no hacer ruido, mientras ideaba las mil y un maneras en las cuales le preguntaría a Max si quería salir conmigo.

~°~°~°~

---Max...

La tenía enfrente mío, nos mirábamos mutuamente. Ella tenía sus ojos azules clavados en mí, y yo los míos en ella. Un mechón de su cabello rojizo se había caído en su rostro, lo tomé con una mano y lo dejé detrás de su oreja.

---¿Sí? ---respondió, curiosa.

---Quería preguntarte si... bueno, tú sabes... ---Me interrumpió en el medio de la frase con un beso.

---¿Decías? ---dijo mientras se mordía el labio sensualmente.

Se me reinició el CPU.

---Eh... ---tartamudeé.

Otro beso.

---En fin, Max...

Otro beso.

---Em...

Pum. Otro beso.

---Golosa.

Estalló en carcajadas desaforadas, hasta me sacó una sonrisa a mí de los labios.

---¿Qué me querías decir? ---me preguntó mientras se acomodaba sobre la cama y se sentaba como indiecita.

---Quería preguntarte si querías salir conmigo...

Sus ojos azules se abrieron un poco más.

---Hoy...

Asintió con la cabeza, invitándome a continuar.

𝘿𝙚𝙖𝙧 𝙈𝙖𝙭... [ᴍᴀx ᴍᴀʏꜰɪᴇʟᴅ ʏ ᴛÚ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora