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Pedri.

Las palabras de Iliana aun retumbaban en mi cabeza mientras íbamos en el coche, Fer y Gavi venían hablando animadamente en el auto, íbamos a ir a la ciudat para irnos con todo el equipo, cuando llegamos el primero que se acerco fue Xavi a regañarnos y multarnos por llegar tarde.

-Espero que tengais una buena excusa ustedes dos- dijo mirándonos.

-Dejamos a Iliana en el aeropuerto, su abuela enfermo y viajo a México- dijo Gavi rápidamente, Xavi hizo una mueca y el primero en acercarse a mi fue Busquets, sabia el cariño que le había agarrado a la pelinegra, su mano se cerro en mi hombro y me dio un abrazo.

-Estara bien- dijo cuando se separo, suspire y decidí contarle lo que me dijo- bueno, razones ha de tener, pequeño, dale tiempo.

Nuestro viaje fue muy cansado, fueron 9 horas en las que decidí dormir la verdad, aunque mis pensamientos estaban en la pelinegra mexicana que me tenia la cabeza loca, llegamos y nos cambiamos para que nos recibieran en el hotel, que fue una bienvenida muy linda, vi a mis padres y a Fer también ya en el hotel, también vi a Elena ahí, sonreí triste porque me gustaría que mi niña estuviera conmigo, decidimos irnos cada quien a su habitación y a los minutos recibí una llamada de Iliana.

-Hola, mmm yo voy llegando a Ciudad de México, tengo que viajar a Juarez, es otra hora, pero quería decirte que ya estoy en México- dijo nerviosa, sabia que se había comido la cabeza pensando en lo que me había dicho.

-Yo ya llegue a Arabia, aquí estaré pendiente cualquier cosa, cielo- fue lo único que atine a decir- Te quiero, Iliana.

-Yo también, Pedri- dijo y se escuchaba cansada, así que colgué la llamada despues de despedirme

Iliana.

El viaje a CDMX había sido cansado para mi, pero mi cabeza venia pensando en mi familia, como me iba a recibir, tenia como 4 meses sin verlos de donde la documentación tenia que hacerla en la capitla del país y bueno, me aleje de ellos, en dos horas ya estaba en mi lugar, Juarez, pedí un taxi hacia el hospital directamente, no quería perder tiempo, pague rápidamente y me baje casi corriendo, llegue al piso en donde mi madre me había indicado y ahí los vi, todos estaban llorando desconsolados, la maleta cayo de mis manos, no podía ser.

-No- fue lo único que dije cuando mi madre se acerco a mi llorando, mis rodillas tocaron el suelo y los brazos de mi madre me cubrieron.

-Puedes pasar a verla- dijo en mi oído- tienes que se fuerte, hija.

-¿En donde esta mi él?- pregunte mirando a todos los de mi familia que me veían con lastima y cierto rencor.

-En casa- dijo mi madre con una mueca -Queriamos que tu se lo dijeras- dijo ella y yo negué- eres a la única que escuchara bien.

Entre a la habitación y llore en su pecho sin escuchar un solo latido de su corazón, me encontraba llorando.

-¿Ahora si lloras?- pregunto Javier, mi tio- Te fuiste dejandola enferma, ¿Qué haces aquí?

-Javier, dejala- dijo mi mamá enojada- no es momento.

-¿Por qué no te vas por donde viniste? ¡Los abandonaste!- me grito en la cara, lo único que podía hacer es llorar, me madre me saco de ahí y me llevo a casa, yo venia intentando calmarme para verlo. Cuando entre lo vi acostado en su sillon, me acerque a tocarle el hombro despertandolo.

-¿Isabel?- pregunto abriendo los ojos los cuales brillaron- Dios, eres tu- se levanto sonriendo a abrazarme, suspire cuando me abrazo se alejo de mi- te extrañe tanto, mi niña.

|Sin señal|Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora