II

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Nota:

Originalmente sería un one shot, sin embargo, agradezco a quienes me motivaron a seguirlo pues es una historia que me gusta mucho. Ahora sí vendrá un poco de todo.


El tiempo para el heredero Velaryon se detuvo. Las personas quedaron estáticas en sus posiciones, el reloj de arena había cesado su caída, lo único a su vista era una multitud de extraños levantando sus cosas y, su tío, Daeron Targaryen. Los latidos de su corazón estaban al tope, casi a punto de salírsele del cuerpo. La voz de su madre lo trajo de regreso a la cruda, triste e increíble realidad, empero, el menor continuaba absorto en la única presencia que le interesaba. Las miradas entre los jóvenes era el único lenguaje que podía existir, las palabras estaban prohibidas, los saludos podían costarle una flecha al corazón... y los besos, por los dioses, los besos eran una sentencia a la muerte más dolorosa dictada por el rey consorte.

Rhaenyra envolvió a su hijo entre sus brazos presumiéndolo ante las multitudes quienes vitoreaban con emoción la presentación de su siguiente soberano; ya en el reino nadie se cuestionaba si Joffrey era un bastardo o un vástago digno para gobernar, para ellos haber nacido de una Targaryen era más que suficiente para asegurar el trono. Daemon observó en el rostro de su hijastro una expresión lúgubre, oscura y preocupada, con el codo le punzó el antebrazo obligando al heredero levantar el rostro, saludar con la diestra y sonreír falsamente mientras a lo lejos su flechazo de amor se alejaba a jalones por otros de su misma edad. —Cuida tu posición hijastro mío, ahora tus futuros súbditos desean ver un gobernante carismático, uno que con su sonrisa apague guerras, que produzca calma entre los reinos— la corona estaba a años luz de posarse sobre sus sienes y ya comenzaba a pesar sobre sus hombros —Sí, Daemon. Sonreiré, traeré la luz que este lugar necesita... "aunque la oscuridad se ha encargado de hacerme su esclavo" — lo último pronunciado a susurros se sentía como grilletes en sus talones colocados por sí mismo. Era un rehén de sí mismo.

¡Daeron! ¡Tu cabello! Tenemos que irnos o nos descubrirán — la tintura negra se deslizaba en finas líneas sobre su mejilla, un mechón platinado se asomaba más no era amenaza suficiente para alertar a menos que la proximidad fuese demasiada. El hijo de Alicent miraba perdido al rostro de su sobrino, embriagándose a detalle con su apariencia, el sentir de sus suaves labios, recordando el dulce aroma que desprendía. Qué terrible martirio haber descubierto un tesoro y tener que abandonarlo por temor a perder la vida; uno de sus amigos le sujetó con intensidad el rostro logrando que ahora su atención fuese suya —¡Vámonos! — apenas y logró reaccionar, sus pasos entorpecidos tropezaron consigo mismo sin perder el equilibrio, su deseo de continuar viéndolo no le hizo percatarse que a cada pisada se impactaba con las personas en su camino. Entre aplausos, voces al aire y sonidos de copas chocando entre sí el platinado se perdió; el camino hacia la salida lucía como un laberinto sin salida donde los pilares eran individuos con trajes pomposos, máscaras que se movían acomodándose como piezas de ajedrez impidiendo que el rey llegase a su cuadro de salvación antes de que la reina malvada hiciese jaque mate. La puerta de madera tallada en oro y plata se abrió de par en par dejándoles salir, ahora debían continuar con su plan perfecto para huir.

Dulce madre ¿existe algo que hayas deseado tanto que el solo hecho de pensar en no tenerlo te rompía el corazón en mil pedazos? — la reina no entendió la referencia ni a qué venía o porqué el heredero cuestionaba algo que no tenía que ver con el festejo ¿Se trataría de alguna hermosa joven en prospecto para esposa? —Tú podrás tener el mundo si así lo deseas, que un obstáculo no limite tus anhelos — comprensiva y entregada, Rhaenyra intuía que el peso del reinado comenzaba a caer sobre los hombros de vástago ¿Sería el momento ideal para romper la magia entre madre e hijo colando el nombre enemigo sobre sus labios? Abrumada por la recepción de las personas volvió su atención hacia los súbditos regalándoles palabras prometedoras, cálidas, llenas de esperanza —El único límite es mi apellido ¿Deberé renunciar a él? ¿Seguirás amándome, aunque mi corazón anhele al hijo de tu enemiga? ¿La que cobró las vidas de mis hermanos y sus fieles dragones? Perdóname amada madre por esta traición a ti — Joffrey hablaba consigo mismo sintiéndose un traidor a su familia, sus sentimientos eran una maldición que fue enviada por los mismos dioses para castigar la danza de dragones que ocasionó el perecimiento de miles de inocentes. —Joffrey, es momento de despedir a todos los invitados ¿Podrías dar las palabras de buen viaje? —la soberana incitaba a su vástago a comenzar de poco en poco sus labores como futuro rey; a titubeos el muchacho dio las gracias por la asistencia, deseó que los reinos fuesen productivos de ahora en adelante, pidió que sus viajes fueron placenteros y seguros...

[Romeo x Juliet] {Daeron x Joffrey} HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora