Mark
Iba con mis amigos a la fiesta de despedida del verano en casa de Jonathan, todos los años la hacía, pero este año tenía muchas más ganas, sabía que tenía novia, y que no sería libre, pero aun así me iba a divertir, aunque de todas formas ni ella me quería a mí ni yo a ella, solo estábamos juntos porque nuestros padres nos obligaban.
Estábamos llegando al parque que estaba a dos manzanas de la fiesta, mientras que mis amigos no paraban de decir las personas con las que querían estar esa noche.
Cuando llegamos al parque vimos un grupo de chicas, entre las que estaban Sami y Clara, se levantaron para venir a saludar, y mientras me acercaban no pude evitar fijarme en una chica en particular, era rubia, con el pelo largo, y con unos bonitos ojos verdes que no tardaron en encontrarse con los míos. Nunca la había visto, pero era espectacular. En ese momento se puso delante de mí mientras las demás saludaban a los chicos, desde ahí pude ver sus ojos verdes más de cerca, aunque le sacaba un par de cabezas. Mi mirada se separó rápidamente de ella, y empecé a saludar a las demás, sin aún saber cómo se llamaba aquella chica.
-Vamos a la fiesta de Jonathan, ¿venís? -pregunté deseando que dijesen que sí, esa chica había captado mi atención, y quería conocerla, o, al menos saber cómo se llamaba, aunque también seguir admirando aquel cuerpo al que le quedaba espectacular ese vestido negro fruncido.
Sin embargo, en vez de responderme todas la miraron a ella, como si buscasen su aprobación, fruncí el ceño, estaba seguro de que era una de esas chicas que las tenía a todas comiendo de su mano, y en ese momento dejé de prestarle atención, la verdad que no me interesaban las engreídas. Ella asintió y entonces Sami nos dijo que irían. Me pareció bastante curioso como necesitaban la aprobación de aquella chica para ir a la fiesta, como si ella por alguna razón no quisiese ir.
Nos dirigimos a casa de Jonathan, mientras que todos hablábamos entre nosotros, menos ella, parecía tímida, no tenía nada que ver con alguien engreído o chulito, por lo que decidí ir a hablarle.
- ¿Cómo te llamas chica misteriosa? - aguanté una risita por como la había llamado, pero ella me miró fríamente y con la mirada apagada, y en ese instante sentí un escalofrío
- ¿Para que necesitas mi nombre? -preguntó indiferente
- Para investigarte, vaya a ser que seas una delincuente o algo así -soltó una risita, y en ese momento se me fueron los nervios
- Pues tendrás que ganarte que te lo diga, y no vale preguntar a nadie -la miré confuso, pero acepté, me gustaba el reto.
Ya habíamos llegado a la fiesta, y cuando la chica misteriosa iba dispuesta a entrar, se volvió.
-A, y tranquilo, no soy una delincuente ni nada parecido, solo soy yo -dijo intentando esconder una sonrisa mientras la veía alejarse entre la gente.
Esta chica era diferente, y me gustaba lo diferente.
Entré a la fiesta y me reuní con algunos amigos, estaban bebiendo, y me dieron una copa.
La fiesta era divertida, la gente bailaba, y cuanto más se acercaba la noche se empezaban a ver a más personas borrachas, involuntariamente mis ojos la empezaron a buscar, cuando algo captó mi atención, era Justin, la tenía contra la pared, con los brazos por encima de su cabeza, estaba borracho, y a ella se la veía asustada, se le empezó a acercar, y cada vez empecé a ver más claras sus intenciones, no dudé ni un segundo, me acerqué a él, y le aparté de un empujón, se le veía el deseo en sus ojos, la miré y vi las heridas que él había provocado en su piel, sin hablar de que el vestido estaba más subido de lo que debería, la había intentado tocar, en ese momento perdí los nervios y le pegué un puñetazo en la mandíbula, para, a continuación cogerla a ella y llevarla hasta mi coche, que estaba lejos, porque era donde había quedado con mis amigos antes de encontrarla.
La senté a mi lado, estaba temblando y asustada, la intenté calmar para que me contase que había pasado, cuando vi sus mejillas húmedas por las lágrimas, en ese momento deseé haber dejado a ese idiota tirado en el suelo sin poder moverse.
Cuando la conseguí tranquilizar se echó a mis brazos, y yo me estremecí.
-Dile a tus amigas que yo te llevaré a tu casa y que estás bien
-De acuerdo, y gracias
-No tienes por qué dármelas, pero ahora podrías contarme que ha pasado -no sabía si iba a confiar en mí como para contarme algo, pero para mi sorpresa sí lo hizo.
-Justin es mi ex, me puso los cuernos el día de nuestra graduación, y desde entonces no le había vuelto a ver. Me he pasado todo el verano sin salir, y ahora estaba borracho y ha intentado que volviese con él, pero me he negado, por eso ha intentado besarme.
Me quedé de piedra, así que ella era la chica de la que todos hablaban por los cuernos que le había puesto Justin con Melody, la capitana del equipo de animadoras, y eso explicaba porque sus amigas habían buscado su aprobación para ir a la fiesta, me sentí mal, porque la había juzgado sin conocerla.
Le dije que me dijese donde vivía para llevarla a su casa, pero antes saqué una botella de agua y un pañuelo que tenía en el coche y le curé las heridas de las muñecas que la presión que Justin había hecho sobre ella habían provocado. Cuando se las curé la llevé a su casa, estaba bastante cerca de la mía, por lo que me pilló de camino.
Ya habíamos llegado, y antes de salir me miró con una mirada de agradecimiento, que yo le devolví con una sonrisa, salió y cerró la puerta con un golpe seco, pero antes de que pudiese alejarse le grité.
- ¡Oye chica misteriosa, creo que me he ganado saber tu nombre!,¿No crees? - grité haciendo que se girase
- ¡Diana!, ¡Mi nombre es Diana! -gritó sonriéndome
- ¡Yo soy Mark!
Diana..., no sé qué tenga que hacer, pero la volveré a encontrar.
Llegué a mi casa, me di un baño de agua fría y me metí en la cama, no podía parar de pensar en ella, y en que no le había dado mi número de teléfono. Pero todos esos pensamientos se fueron cuando mis ojos se cerraron.
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A pesar de todo nunca dejé de quererte
Romance"Diana está rota y ha dejado de creer en el amor. Hasta que la vida le pone delante a unos ojos azules a los q le será imposible resistirse. Pero... ¿Será el amor tan bonito como lo pintan en los cuentos de hadas? Pues la respuesta es no. A veces el...