Recuerdo bien que, desde que era una niña, amaba escuchar las historias que mi abuelo solía contarme. Los libros sobre fantasías y criaturas sorprendentes siempre despertaban ese brillo de emoción infantil que, según mis padres, siempre me caracterizó. Hace algunos meses que he comenzado la universidad, por lo que, como cualquier otra persona de este mundo, he dejado las fantasías y los sueños de niña que tanto mantuve por años. Hoy he decidido visitar a mi familia nuevamente después de toda una semana de clases extensas y de materias complicadas. Les echo de menos, ahora que he decidido restar carga a mis padres y vivo en un departamento cerca de la universidad, solo cuento con las llamadas y los mensajes para saber de ellos o mis abuelos.
Era un viernes bastante agradable, había nubes enormes que iban y venían, el pronóstico del tiempo había alertado de una posible tormenta que azotaría la ciudad para inicios de la siguiente semana. Después de cerrar las ventanas y correr las cortinas, agarro las llaves del departamento, mi móvil y coloco algunos conjuntos de ropa en mi pequeña (no tan pequeña) maleta de viaje. Verifiqué que todo estuviese en orden y la limpieza fuese impecable, pues a la casera no le gustaría encontrar una pocilga en este departamento mientras no estoy. Grifos cerrados, electrodomésticos desconectados, todo en orden, podía irme tranquila. Salí del departamento y bajé las escaleras, hallando a la casera en la recepción mientras hablaba animadamente con una de las vecinas que también convivía en aquel complejo de departamentos particular. Saludé a ambas adultas con una sonrisa y ellas felizmente devolvieron el gesto.
—Oh, mis estrellas. ¿Te vas ya, querida? —Preguntó la casera, tan amable como siempre. Con un asentimiento deposité la llave sobre el mostrador y ella se encargó de colocarla en su sitio, ubicándola en el pequeño gancho del tablero que correspondía a su número de habitación.
—¿Vas a visitar a tus padres, [T/N]? —Preguntó la vecina, me apena decir que no he interactuado demasiado con ella como para saber su nombre, pero eso no me impide tener una corta y agradable charla.
—Hemos decidido visitar a mis abuelos este fin de semana para celebrar el cumpleaños de la abuela. —Respondí antes de revisar la hora en mi celular. Había tardado tanto en verificar que todo estuviese en orden que había olvidado que debía tomar el autobús. —Oh dios, llego tarde para tomar el autobús.
—¡Corre, muchacha! —Exclamó la casera riendo mientras la otra señora agarraba mi maleta y corría conmigo hasta la parada. Le agradecí enormemente la ayuda, para cuando llegamos el autobús acababa de estacionarse y ya había pasajeros abordándolo. Llegué a tiempo para colocar el equipaje en el maletero y luego posicionarme en la fila. Despedí a la señora, que regresaba a su departamento con una sonrisa y deseándome un buen fin de semana, cosa que hice también tras agradecerle nuevamente.
Tomé asiento en la parte trasera del autobús, pues mi parada era, por mucho, más lejana que las de la gran mayoría de los pasajeros que había en el transporte al igual que yo. No pasó mucho antes de que recibiera un mensaje de mi madre preguntando si había tenido problemas para pillar el bus, a lo que le respondí que todo estaba bien y ya iba de camino. Mientras observaba a través de la ventana a mi derecha comencé a pensar en las muchas cosas que tendría que priorizar cuando la reunión familiar finalizase. Tenía muchas tareas pendientes y proyectos que hacer, pero ya haría tiempo para ellos, el domingo podría realizar los más importantes y con fecha de entrega cercana. Mis horarios seguían siendo un desastre a pesar de mis largos años de estudio, nunca supe ordenar mis prioridades realmente, me distraigo con facilidad ante las cosas más simples, tal vez debería probar un método de estudio diferente para no tener tantas prisas con los temas escolares...
El viaje se me hizo eterno con tantos pensamientos preocupantes, pero finalmente mi parada estaba cerca, por lo que esperé pacientemente a que el autobús dejase de moverse. Después de pagar por el largo viaje volví a tomar mi maleta y acto seguido me encaminé a mi hogar tan añorado. Mis padres me esperaban en el pequeño jardín frontal de la casa y no evitaron exprimirme en un abrazo en cuanto solté el azar de la maleta. Mi padre me ayudó con ello e hizo el favor de llevarlo a mi habitación mientras mi madre hablaba incesantemente de todos los regalos que habían comprado para la abuela. Mi hermano menor se encontraba tendido sobre la alfombra de la sala de estar, estaba durmiendo. A su alrededor había una buena cantidad de juguetes desparramados y crayones medio gastados. Bajo su cabeza descansaba un cuaderno de dibujo con algunos garabatos. Seguramente había estado jugando desde que terminó las clases y se había cansado. Me acerqué a su pequeño cuerpo y comencé a hacerle cosquillas, haciendo que despertase abruptamente entre risas y se retorciera para impedirme continuar, pero no hubo éxito en ello hasta que finalmente se dio cuenta de que su hermana estaba de vuelta.
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To love a Dragon [Dragon!Kokichi Ouma x Reader]
FanficDesde hacía mucho tiempo corría por el mundo el rumor de que los dioses, tan adorados por muchos en el planeta, algún día regresarían y derramarían sus bendiciones sobre la tierra. Criaturas míticas, dotadas de habilidades inhumanas que desencadenar...