Ninguno de los dos creía que existiría otra mañana, no después de lo que vivieron, pero ahí estaban. Mientras Jisung despertaba en la misma cama de siempre, ahora con un gran espacio vacío a su lado y en su corazón. Minho solo volvía a abrir sus ojos en el sillón de su amigo, no había dormido absolutamente nada.
Cuando el pelinegro llegó al departamento de su amigo, en pijama, llorando y al borde de un desmayo, él supo de inmediato que algo había pasado, y algo grave. Por lo que nisiquiera le dió tiempo de hablar o lavarse sus manos llenas de caramelo de los panqueques que se supone que iba a desayunar. Si no que lo subió a su auto, y lo obligó ir a urgencias.
Cuando llegaron al hospital, Minho sintió que podía dejar su angustia explotar, por eso fue que no dió ni un paso dentro del lugar, y se desvaneció, preguntándose si de esa forma Jisung se interesaría en saber qué le ocurría en realidad.
Hyunjin no tenía idea de que pasaba, por eso mismo llamó a la única persona que creía que podía ayudarle.
-Han, hey, estoy con Minho en el hospital, no entiendo nada, dijo que necesitaba ayuda, ¿sabes qué le pasó?
Solo hubo silencio de su parte.
-¿Han?
-No soy Jisung... soy Seungmin, y no me interesa en lo más mínimo lo que le esté pasando a ese imbécil... ni a Jisung tampoco.
Fue así que la llamada cortó, dejándolo aún más confundido que antes. ¿Qué hacía Seungmin en el país y porqué dejan a Minho así?
Demasiadas preguntas y pocas personas interesadas en responder.
Luego de cortar, Seungmin lanzó el celular de su amiga contra el sofá, viendo con lástima su cuerpo en ropa interior tirado junto a su cama, durmiendo profundamente, como si hubiese dado una vuelta al mundo corriendo.
Con cuidado la despertó, topandose con unos grandes ojos desechos por las lágrimas.
-Seungmin...
-Tienes demasiado que explicarme Han Jisung.
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-¿Tutor de Lee Minho?
Hyunjin se había encargado de cuidarlo, esperando que despertara más tranquilo, y que pudiese explicarle qué carajos ocurría.
Durante la hora y media que el mayor estuvo recibiendo medicamentos y reposando de su desmayo, intentó llamar nuevamente a Jisung, hasta que luego de casi quince llamadas fue que su número respondía como apagado, así que se rindió.
-Minho... amigo, ¿ya estás bien?
El pelinegro tenía una mirada vacía, pero desesperada, pero aún así, se oponía a decir algo, por el momento solo asentía, negaba, o se mantenía callado mirando a sus piernas.
-Necesito que me digas qué ocurre, porque nisiquiera Jisung es capaz de decirme.
Y con solo mencionar ese nombre, fue que los ojos de Minho volvieron a enrojecer, poco a poco convirtiéndose en cristal. Ahí estaba, algo había pasado entre los dos.
