━━━━━ ❛ Cuando tú y yo nos conocimos por primera vez, dando vueltas como un león, aprovechaste la oportunidad y me robaste el corazón ❜
[ León Cromwell era el verdugo de una voz que no fue escuchada ]
Toda la vida de León Cromwell
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La primera vez que León Cromwell escucho a su maestro hablar sobre el hijo mayor del conde Henituse solo pudo pensar que era un mocoso mimado, alguien irritante al que pondría a prueba su paciencia.
Un día por la mañana Sir Arthur apareció en la puerta del burdel, como era costumbre, el viejo hombre entro al edificio y camino hacia la habitación número 13, un pequeño cuarto de 5x5 en donde él y su madre vivian, tenían una pequeña cocina, una mesa solo para dos personas pegada a la pared y una cama individual donde ambos dormían, su ropa —que era escasa— estaba perfectamente doblada sobre las dos sillas que mantenían en aquel lugar.
El hombre no tocó —Sir Arthur nunca lo hizo— solo abrió la puerta con una llave —que nadie supo como consiguió—, la primera persona en notar su presencia fue la mujer, quien soltó un grito ante la inesperada entrada del hombre.
—¿Dónde está tu engendro? —Sir Arthur pregunto, ignorando la mirada feroz que Cynthia Cromwell le enviaba.
—Leo está con Max —la belleza rubia dijo para girarse y seguir haciendo el desayuno para ella y su hijo.
—Leo, ¡Leo! Leo —el hombre murmuro, con su rostro lleno de arrugas, aún más arrugado —¡Mujer! —exclamo, sobresaltando a Cynthia por su voz elevada —le diste a ese niño un nombre tan fuerte como para llamarlo Leo.
Los ojos azules de la mujer se pusieron en blanco —sigue significando lo mismo —dijo revolviendo los huevos en el sartén —es una variante del nombre León, no exageres anciano.
—¡Tú no le temes a un hombre llamado Leo! —señalo aun si la mujer no podía verlo agito sus manos, como si ellas ayudaran a darle peso a sus palabras.
—No quiero que le teman a mi hijo, mi hijo no será temido por nadie —ella aseguró como si fuese capaz de ver el futuro —será un hombre amable al que la gente admirara, no un despiadado del cual temerán.
Sir Arthur solo un bufido divertido, tomo asiento sobre una de las sillas, levanto sus pies para ponerlos sobre la mesa a cambio Cynthia golpeo su nuca —el hijo de una prostituta solo tiene una forma de ser reconocido —sus palabras congelaron a la rubia —o se hace un nombre o repite el ciclo.
El silencio reinó en el pequeño cuarto.
—Entiendo que quieres que el mocoso sea un buen hombre, pero las personas nacidas en su cuna, no pueden hacerse un nombre de esa manera y lo sabes, se los comen vivos, los toman, los mastican y escupen, la amabilidad es un valor honorable, pero Cynthia, hay ocasiones en la que la amabilidad solo trae desgracia, si extiende la mano para ayudar a otros, se la arrancarán.
Cynthia suspiró, apago el fuego para servir el huevo en dos platos, se aseguró que el plato de su hijo estuviera más lleno que el suyo para ponerlos sobre la mesa, tomo asiento frente a Sir Arthur, sus ojos azules enfrentaron los marrones del viejo.
