Los dos chicos se encontraban durmiendo abrazados, la alarma sonó haciendo levantar al moreno, el moreno apagó la alarma y levanto a Finn.
Los dos chicos se encontraban desayunando, terminaron de desayunar y se dirigieron hacia la escuela.
Al llegar a la escuela notaron que Donna se dirigia hacia ellos.
Hola Robin -Dijo la chica ignorando al castaño.
¿Hola? -Hablo el moreno algo confundido.
Mira, voy al grano me gustas, Robin Arellano, tu me gustas, rechace a todos los chicos por ti por favor dame una oportunidad. -Hablo la chica mientras se lanzaba a los labios del chico, Robin logro esquivar a aquella chica, queria tener su primer beso con Finn no con cualquier chica.
Donna, tu no me gustas, me gusta otra persona, lo siento pero vete -Hablo el moreno mientras apartaba a la chica, Donna se fue llorando del lugar.
¿En serio Robin? -Hablo el castaño mientras se acercaba al contrario.
En serio yo no sabía que le gustaba, no era mi intención. -Hablo el moreno nervioso sabía que la debilidad de Finney era Donna.
Te odio Arellano -Dijo el castaño para luego irse.
En todas las clases los dos chicos no se vieron, el moreno se encerró en el cuarto de limpieza para llorar se saltó tres clases, el timbre sonó indicando que habían culminado las clases.
Finney iba detrás de Robin ninguno de los dos se dirigía la palabra, Gwen noto eso, llegando a su casa le iba a preguntar que pasó con su amigo, nunca los había visto así.
Los hermanos Blake se dirigían hacia su casa habían dejando solo al moreno, en el camino hacia su casa Robin ve pasar a una camioneta negra, no le tomo importancia y aque siempre se veían así por dónde vivía.
La camioneta paro a su lado, el hombre intento golpear al niño, Robin esquivo el golpe y salió corriendo, llevaba algunos segundos corriendo, se dió cuenta que había perdido al raptor, todavía no estaba tan confiado hacia que siguió corriendo hacia su casa.
Robin se encontraba llegando a su casa, abrió la puerta lo más rápido que pudo y saco su cabeza por la ventana, vio la camioneta pasar a toda velocidad, no podía creer que lo hubieran querido secuestrar.
-A
