PRÓLOGO

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San Pedro de las Peñas, Hidalgo (Méx)

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San Pedro de las Peñas, Hidalgo (Méx).
10 años atrás.





Un matrimonio consagrándose en un pueblo en el centro de México. Ella una mujer de carácter fuerte y él un enamorado empedernido. Dos almas que se encontraron en el momento perfecto y sobretodo en el que más lo necesitaban.
Unos meses habían pasado desde la muerte de Ivana y todo había cambiado muy drásticamente, la incomodidad y los malos ratos ya no reinaban en aquella hacienda. Los dos amantes pudieron cristalizar su amor convirtiéndose así en la familia Montesinos Villalba, la más importante de la región.
Pero ni en los días más felices los problemas desaparecen; Rosendo había irrumpido en la boda con intenciones de matar a su propio hijo y a aquella mujer a la que decía amar tanto que la preferiría muerta antes que en brazos de otro.
Pero no, aquel día no era de tristeza ni lamentos. Demasiados problemas para que surgiera otro más que amenzara con arruinar la felicidad de ambos jóvenes. Finalmente aquel suceso quedó litigado a un mal momento del que en un tiempo ni se acordarían o eso creían.

Valentina y José Miguel quedaron unidos legalmente y ante los ojos de Dios consolidando así un amor que había sido muy postergado. Aquella noche demostraron que el amor sí que puede triunfar, Valentina le demostró a su ahora esposo que si tuviera que renacer volvería a vivir su vida para poder encontrarlo a él mientras que José Miguel le enseñó a su esposa que con amor y paciencia todo corazón puede ser renovado dejándolo rebosando de amor. Aquella noche dos cuerpos sellaron una promesa de amor de la forma más primitiva y carnal pero también sellaron dos almas convirtiéndose en una sola. Esa noche de bodas se demostraron que se amaban hasta con la última fuerza de su alma pero como dicen por ahí no todo lo bueno dura.

De la boda había pasado 1 año, Valentina y José Miguel ya tenían 25 y 26 años respectivamente. Sus dos haciendas se habían fusionado en una sola denominándola "El Milagro" cumpliendo así el sueño de sus fallecidos progenitores. Ambos se erradicaron en lo que era "Los Cascabeles" pues era la más cercana al pueblo y la más grande mientras que la residencia Montesinos había quedado como uso de su demás familia. Se decidió así ya que el nuevo matrimonio necesitaba intimidad y tener la oportunidad de crear un nuevo hogar ellos dos aunque nunca estaban solos ya que contaban con la ayuda de Crisanta e Iluminada quién se había convertido en el ama de llaves oficial de la hacienda tal como lo había sido Benita tiempo atrás. Contaban también con las visitas constantes de Doña Isabel, Ernesto y por supuesto Leonor Montesinos aunque estos vivían en la residencia Montesinos cuando venían de visita a Hidalgo.
Gaby también se había quedado a vivir en San Pedro de las Peñas junto a su marido Horacio; ambos se habían casado unos pocos meses después que sus amigos lo hicieran, Gaby se había hecho cargo de la escuela del Milagro mientras que Horacio había expandido sus abarrotes a pueblos que colindaban con San Pedro.

Todo parecía ir bien aparentemente, la hacienda iba en expansión y se enriquecía cada vez más gracias al provecho que sacaban de las procesadoras, la ganadería y el cultivo al que sometían a sus expansiones. Encontraron en una de las minas pertenecientes a los Montesinos monedas de oro que lograron elevar el valor del lugar, liquidar las deudas que tenía José Miguel y aumentar el patrimonio en conjunto de la pareja. José Miguel se sentía dichoso, amaba a su esposa y a su familia además que siempre encontraba formas de entretenerse en la hacienda creando de esta junto a su esposa la más próspera de las regiones cercanas. Siempre que se necesitaban nuevas construcciones él se encargaba de llevarlas a cabo. Nada le hacía falta realmente.
Valentina al igual que él adoraba su familia y esposo, amaba ayudar siempre que podía en las labores económicas de la hacienda aunque también se encargaba a la distancia de la dirección de la empresa que tenía en Ciudad de México frecuentándola cada cierto tiempo. A ella no le faltaba nada tampoco. O eso creía.

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