Capítulo ocho

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Un par de semanas habían pasado. Ernesto y Daniela programaron una cita con la ginecóloga que se quedó en el lugar de Gaby, para conocerla y saber cuál era su forma de trabajar.

Después de desayunar y pasar un rato juntos, salieron rumbo a la clínica.

Estaban muy contentos, muy enamorados de la idea de poder, por fin, ver crecer a sus hijos, como no pudieron hacerlo con Valeria.

A estos bebés, se encargarían de darles de todo y un poco más.

Finalmente, llegaron a la clínica.

Sofía los recibió y los llevó al consultorio, donde la nueva doctora los esperaba.

-Adelante-habló desde adentro, cuando Sofía anunció que habían llegado.

La enfermera abrió la puerta y les cedió el paso.

-Gracias Sofía-dijo ella, entrando.

Ernesto también agradeció. La doctora se levantó.

-Mucho gusto, soy la doctora Isabel Pacheco, especialista en ginecología y obstetricia-se presentó, cuando ambos estuvieron frente a ella.

-Mucho gusto, Daniela Estrada-estrechó la mano con ella.

La doctora sonrió.

-Ernesto Lascuráin, encantado-replicó la acción de su esposa.

La médica los invitó a sentarse mientras ella lo hacía. Ellos lo hicieron, agradeciendo.

-Gaby me encargó mucho tu caso, me contó algunos factores que podrían poner en riesgo el embarazo-explicó.

Los dos pusieron cara de preocupación.

-Haré todo lo posible para que puedan disfrutar esta etapa sin preocuparse, igual conforme vaya pasando el tiempo nos acomodaremos a tus necesidades-se dirigió a Daniela.

La mencionada asintió. Ernesto le tomó la mano, en señal de apoyo.

-Me comentó también-se refirió a Gaby-que tienes 8 semanas-Daniela confirmó la información-¿cómo te has sentido en este tiempo?

-Bien, francamente bien-afirmó, asintiendo.

-¿Ningún malestar? ¿Náuseas, vómito, mareo, dolores en el vientre o en la espalda?-enlistó.

Ella negó con la cabeza.

-Lo que sí es que, he tenido muchísimos antojos y los pies hinchados-hizo puchero de tristeza y movió los pies.

Isabel anotó en el expediente.

-Yo sí la he pasado algo mal doctora-habló Ernesto-sí he tenido esos achaques que comenta-hablaba serio.

La doctora sonrió, divertida.

-Eso es por tu edad-agregó Daniela, riendo.

Ernesto se hizo al ofendido.

-Es posible que sí sea por el embarazo-admitió la profesional-hay casos de ese estilo, la mamá muy bien pero el papá pasándolo mal, y viceversa.

Todos se quedaron en silencio, mientras la doctora continuaba revisando el expediente y haciéndole anotaciones.

-Bueno, a partir de esta octava semana, podemos saber el sexo de los bebés. Conforme vayan creciendo, lo iremos monitoreando, pero lo más seguro es que lo que arroje hoy, será el resultado definitivo-sonrió.

Los padres intercambiaron miradas de emoción.

-¿Quieren saberlo ahora o más adelante?-cuestionó, con un toque de tentación en su voz.

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