Capítulo 4

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Lucía se despertó, algo desconcertada. Permaneció en la cama tumbada aún durante un tiempo, mientras intentaba comprender todo lo que había soñado aquella noche. Era extraño, le resultó todo tan realista que tenía la impresión de percibir aún el olor de Nisha impregnado en su cuello. La echaba de menos y, a pesar de que esa misma tarde habían quedado para verse y pasar un rato juntas, ella habría hecho desaparecer toda la mañana para poder llegar a ese momento lo más rápido posible.

Su marido roncaba al lado suyo, mientras que su niño dormía en la habitación de al lado. Aún era temprano, no había mirado la hora del reloj, pero la tenue luz que se colaba por la ventana le indicaba que apenas eran las 6 de la mañana.

No podía quedarse más tiempo en la cama, aquel sueño tan extraño que había protagonizado le dio ánimos para avanzar en todo lo que tenía que hacer y así poder tomarse la tarde libre; y es que pronto se despertaría Raúl y toda su atención se centraría en su amado hijo.

Se dirigió directamente hacia el salón, donde puso las noticias, al mismo tiempo que se preparaba media tostada de mantequilla y un café. A Lucía no le gustaba desayunar en grandes cantidades, sin embargo, no dejaba de picotear durante toda la mañana lo que se encontraba por la cocina y que le pudiera saciar el hambre hasta la hora del almuerzo.

Para ella, no informaban de nada interesante en la tele: los típicos casos de corrupción de partidos políticos; alguna que otra noticia de un supuesto maltrato de pareja de algún famoso que se centraba más en la vida privada del personaje que en el problema en sí mismo; la programación de la cadena, y deporte, mucho deporte. La joven siempre criticaba que los temas más importantes de la vida no eran adecuadamente tratados por las cadenas de televisión, y en la mayoría de las ocasiones se aburría, por lo que acababa poniendo algo de música para despertar a su marido y a su hijo y así tener algo de compañía.

En casa todos participaban, sobre todo los fines de semana. Si ella preparaba el desayuno, era Pablo el que limpiaba los platos. Su hijo, de mientras, solía acercar la vajilla sucia de la mesa y llevarla hasta la cocina donde se encontraba su padre. En cambio, durante la semana era otra historia y las tareas solían acumularse hasta llegar a ser una carga casi imposible de gestionar. Lucía dejó los estudios al quedar embarazada de Raúl, mientras que su marido trabajaba en una oficina con horarios partidos, algo complicado para llevar un ritmo de vida estable. Ella siempre quiso retomar su formación, le encantaba estudiar y aprender muchas cosas, sobre todo la personalidad de las personas. La psicología fue su asignatura favorita cuando estudiaba en la universidad; sin embargo, la enfermedad de su niño durante su periodo de lactancia, denominada por los médicos como ictericia, causó que la madre no volviera a retomar la educación superior.

Como cada sábado por la mañana, madre e hijo aprovechaban para ver la típica película de dibujos animados que programaban en la tele. Ambos la comentaban entusiasmados, Lucía lo consideraba un modo de aprendizaje para el pequeño, ya que este solía hacerle muchas preguntas acerca de las imágenes que veían y ella intentaba dar explicaciones lo más pedagógicas posible. Pablo, mientras tanto, solía dar una vuelta o avanzar con el papeleo del día a día.

—Mamá, ¿Tú crees que en el futuro yo podré ser tan fuerte como los personajes de la tele?

—Uy, mi vida. ¡Mucho más que ellos! Si te enfrentaras, saldrías como claro vencedor, pero todavía debes aprender bastante.

—Tú estarás ahí siempre para enseñarme, ¿verdad?

—Aunque tú no quieras. Seré la típica madre pesada de la que no podrás deshacerte nunca.

—Eso nunca pasará, siempre querré que estés conmigo.

Lucía dio un gran beso a su hijo y le hizo cosquillas para hacerle cambiar a un ambiente más enérgico y despreocupado. Ella, sin embargo, percibió una especie de melancolía de futuro en el que vislumbró a su hijo construyendo su propia vida lejos de ella.

Mi luz en la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora