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Nisha (noche), de origen indio y de familia tradicional, y Lucía (luz), española, casada y con hijo, desarrollan una relación de amor imposi...
Mateo era considerado un hurtacuerpos más y por esa razón no tuvo el mismo destino que Nisha. Él era libre de hacer lo que quisiera y de divagar por donde necesitara, contaba con una especie de protección gracias a la cual nadie, que no fuera el cacique, lo amenazaría
Sin embargo, el intento de cuestionar su palabra hizo que ninguno de sus compañeros quisiera tener intercambios con él para no dañar sus reputaciones. Lo dejaron solo, casi abandonado en el centro de aquel contenedor, cuando todos se fueron y se llevaron a Nisha.
El joven se quedó de esa manera sin amigos, de nuevo, en un mundo que incluso él consideraba demasiado peligroso, sin familia, ni nadie que le protegiera.
Supo que no tomó la mejor decisión de su vida. Nisha le había aportado todo el coraje que a él le faltaba para afrontar a esa asociación de personas en la que él se encontraba y de la que no podía escaparse. También se sintió cómodo con ella, pudo expresar todos sus sentimientos y comportarse de manera natural, sin tener que esconder su personalidad. Se equivocó al hablarle de aquel lugar, no debió planificar el rescate de su hermana. Y es que sí, la echaba muchísimo de menos, pero quedó como un completo egoísta frente a Nisha, quien no dudó en ayudarle en cuanto supo su situación.
Pero en ese momento Mateo se encontraba entre la espada y la pared. Los hurtacuerpos aprisionaron a su hermana y le obligaron a él a encontrar otras víctimas a cambio de liberar a su familiar. La misión que el cacique le otorgó era sencilla, él debía encontrar a algún onírico en situación de necesidad y entregárselo para robarle el cuerpo, a cambio, el cacique le devolvería a su hermana sana y salva.
Lo que en ningún momento había imaginado, era que conseguiría establecer una relación tan profunda con la chica. Tampoco pensó que el cacique iba a mentirle e ignorar su parte del contrato y, por su puesto, para nada se esperaba que su hermana ya no se encontrara en manos de los hurtacuerpos. Con toda seguridad, ya estaría desaparecida, sin oportunidad de volver ni al mundo onírico ni al real.
«Como siempre, lo has vuelto a fastidiar todo, Mateo», se dijo a sí mismo «Tu vida vuelve a ser un infierno y todo ha sido por tu propia culpa»
Se vio derrotado, sin ánimo de seguir adelante y con mucho pesimismo. El ambiente húmedo del lugar le entristecía aún más. Tenía que arreglarlo todo, pero no parecía nada sencillo. Sin su hermana y sin la ayuda de la mejor amiga que nunca había tenido, todo parecía muy negro.
No obstante, sí que había una oportunidad. Nisha confiaba en ella más que en nadie en todo el universo y dejó bien claro a Mateo que en el caso en que todo saliera mal, podría confiar en aquella persona.
El joven se llevó la mano al pecho y descubrió el colgante del elefante de madera que colgaba de su cuello. Recordó lo que Nisha le pidió en aquel momento, debía de creer en él. Al fin y al cabo, era lo único que le quedaba para seguir adelante.
El chico se armó de valor, se incorporó y agarró el colgante con sus dos manos.
—Nisha, te prometo no rendirme. Tú me has brindado la fuerza suficiente como para darme cuenta de que merece la pena luchar. ¡Allí voy!
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