032

460 74 65
                                    

Era de día, o eso percibía el australiano desde la oscuridad de la celda. El olor a sangre se había impregnado en su nariz, y juraba que ya no era capaz de sentir otro olor más que ese. Frunció la nariz. Ni siquiera había podido conciliar el sueño, estaba agotado mentalmente, estaba tan jodidamente cansado. Sus huesos le dolían y el frío solo lo empeoraba todo.

Oyó el sonido de la puerta abrirse y su cuerpo se tensó al instante. Los militares se acercaron a la celda contigua y pudo oír perfectamente cómo llamaban a uno de los rehenes de ahí, tomándolo con brusquedad. Lo último que pudo oír fue al chico soltar jadeos y llorar por su vida.

Se sintió frustrado. Toda su vida había podido escapar de esta clase de situaciones, pero ahora se encontraba indefenso, sin poder hacer nada. Nadie lo ayudaría, estaba solo ahí y su cabeza lentamente se inclinaba a pensar que moriría en ese lugar. Se estremeció y sintió las lágrimas caer por su rostro. No quería morir ahí, no quería... no quería irse sin ver una última vez a Felix, y con ese pensamiento se deslizó hacia el suelo, cerrando los ojos y deseando que todo fuera un mal sueño.

Tres días después entraron nuevamente y se dirigieron a la celda que Chan compartía con otras personas. Con los ojos cerrados oyó cómo la abrían e ingresaban.

—Vaya, vaya. Eres un hijo de puta con suerte —oyó la voz de uno de los oficiales. Abrió los ojos y se quedó de piedra al verlo frente a él. El oficial se agachó a su altura y lo estudió con la mirada. Se veía deplorable—. Levántate y síguenos. —ordenó, mientras se ponía de pie.

Chris se estremeció, pero les hizo caso, no estaba en condiciones de refutar nada. Sin embargo, el temor a lo que podría pasar lo embargó, y su cabeza no dejó de emitirle alertas de peligro, un peligro inminente. Tembló cuando sintió la puerta de la celda ser cerrada tras de él.

—Camina. —lo empujó uno de los guardias, logrando mover lo que alguna vez fue el fornido y trabajado cuerpo de Christopher Bang Chan.

Lo llevaron por pasillos, intentando despistarlo, pero el chico era demasiado consciente de lo que estaban intentando hacer. Dos izquierdas, una derecha, luego derecha de nuevo y dos izquierdas más, repetía en su mente a medida que lo hacían caminar. Llegaron a un pasillo oscuro, y tembló pensando que ahí era el lugar donde su vida llegaría a su fin.

Se encaminó, pensando en sus amigos y familia, pensando en Felix. Los extrañaría, y rezaba que los chicos siguieran sus vidas sin cuestionarse su desaparición, porque estaba seguro que ni siquiera sería informada su muerte.

La puerta se abrió, Bang tragó con fuerza e ingresó.

Se quedó helado al observar dentro del lugar. Su cuerpo comenzó a temblar sin control y cayó de rodillas al suelo. No podía creerlo. No podía ser verdad.

Frente a él, mirándolo conmocionado se encontraba el Capitán Seo Changbin, con sus cosas listas para salir de ese maldito lugar.

Changbin había recibido el llamado de los altos mandos informándole que habían dado con el paradero del General y que habían logrado un trato con los norcoreanos para poder traer de vuelta a su amigo. Ellos habían aceptado entregar a tres espías norcoreanos que habían atrapado con anterioridad a cambio del General. Los oficiales de Corea del Norte habían aceptado, sin embargo jamás le mencionaron a los altos mandos el estado de salud de Bang, tampoco les permitieron una llamada con él para poder tranquilizarlo.

Entonces solicitaron que el cambio fuera en una de las fronteras. Ellos recibirían a los espías y llevarían al Capitán a buscar al General a la base en la que estaba, lo cual no dejaba de ser sospechoso. Y aunque en un principio, Changbin temió por su vida, supo que no podían hacer nada. Romper el trato no les convenía, lo único que harían sería desatar una guerra por romper las relaciones de diplomacia entre los países. Así que tan pronto como entregaron a los espías, Changbin cruzó la frontera y se montó en una camioneta con un General norcoreano, mientras era dirigido a la base en la que se encontraba su amigo.

THE HUG CEREMONY || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora