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El castaño ni siquiera supo cómo, pero terminó en un bar de mala muerte, bebiendo cerveza hasta no saber ni su nombre, a pesar de lo peligroso que era estar solo en esos momentos. Sabía que estaba siendo un idiota, pero no encontraba otra forma de sobrellevar lo que sentía... eso, y que había visto en muchas películas antes que eso servía.

Ya ni siquiera podía levantarse de su silla. Hipó antes de, con palabras pesadas e ininteligibles, pedirle otra cerveza al barman.

El muchacho estaba realmente ajeno a la mirada que lo acechaba. Ni siquiera sentía su cuerpo, era lógico.

Por eso, no le prestó atención cuando una figura delgada se sentó a su lado, observándolo con seriedad.

—Jisung. —lo llamó.

El muchacho se giró a verlo, sin poder ser capaz de reconocer el rostro, pues veía todo borroso.

—¿Sí? —le dijo.

—¿No crees que estás muy ebrio ya? —le preguntó—. Creo que es momento de irnos, Sungie. —murmuró, tomándolo por el brazo.

El castaño frunció el ceño, negando.

—Suéltame... No quiero... verte, Minho —le dijo, luchando por pronunciar bien las palabras—. Déjame.... sssolo. —ordenó, volteandose.

—Sung, por favor, estás bastante ebrio, tenemos que irnos —insistió, esta vez tomando su codo y tirando de él hacia su torso, donde pudo sentir su perfume ingresar por su nariz—. Sabes que es peligroso que estés solo. —siguió.

El menor frunció el entrecejo y se soltó rápidamente de él.

—Voy a.... voy al baño —le dijo—. ¡N-ni s-siquiera pienses... seguirme! —ordenó, tambaleándose hasta el baño.

Al llegar, se encerró en un cubículo, sentándose en el retrete. Sí, Minho tenía razón, quizá era momento de irse. Ya estaba lo suficientemente ebrio, y sabía que si llegaba así al regimiento, sería amonestado, una vez más.

Rió. Una vez más, una vez menos, ya qué más daba.

Sintió su celular sonar en su mochila y lo tomó, mascullando al ver el número del odioso Sargento. ¿Por qué era tan jodidamente insistente?

Aceptó la llamada rápidamente, solo para insultarlo.

—¡Ya te dije que no me iría contigo! —gritó—. M-maldita s-sea, ¿De verdad no puedes dejarme en paz? —preguntó.

¿Jisung? —oyó su voz—. Jisung, ¿Estás tomado?

—D-deja de... jugar conmigo, M-minho —hipó—, ya te dije que n-no me voy a, voy a ir contigo —le dijo. Tomó aire, al sentir su estómago revolverse—. Q-quizá sí, solo, maldita sea quiero vomitar. —anunció, y acto seguido, botó todo lo que había estado bebiendo, sintiéndose fatal. Una vez que terminó, tiró la cadena, limpiándose la boca con confort. Se sentía tan mareado de repente.

Jisung, ¿Dónde demonios estás? —lo oyó gruñir del otro lado de la línea.

—¿Cómo que dónde estoy? ¡Te dije que venía al baño! —chilló, exasperado.

Y entonces, el corazón de Minho dejó de latir por unos segundos. ¿Le dijo que iba al baño?

Sung, Jisung, escúchame, envíame tu ubicación. —le pidió, tomando su chaqueta y sus llaves rápidamente.

—¿A qué te refieres? —inquirió, sintiendo que ahora podía hilar sus palabras un poco mejor—. ¿Para qué necesitas mi ubicación para entrar al baño?

THE HUG CEREMONY || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora