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Jisung le creyó a su superior cuando le dijo que lo sacaría de ahí, sin embargo, afuera fue un constante tira y afloja entre Minho y el Doctor Kang, que no paraba de decirle las dificultades que podría enfrentar el chico en los siguientes días, y Minho por su parte le aseguraba que al momento de ver alguna reacción fuera de lo normal, lo traería, insistiendole que el Capitán requería de su presencia, y que en la enfermería del regimiento tenían calmantes y habían adquirido recientemente cremas para las heridas del Cadete.

Luego de casi media hora, el Doctor cedió, indicándole lo que necesitaría si llegaba a subir la fiebre o si aparecían ronchas.

—Pero Sargento, debe prestar especial atención al cuerpo del Cadete, si notas que siente dolores en los ganglios linfáticos deberás traerlo, porque eso no es buena señal.

El Sargento asintió, agradecido.

—Muchas gracias, Doctor Kang, le prometo que cuidaremos de él.

Dicho esto, hizo una pequeña reverencia y se adentró nuevamente a la habitación, donde Jisung se encontraba dormitando. El Sargento se acercó a él en silencio, contemplando su rostro, puso especial atención en el lunar que había debajo de su labio, nunca antes lo había notado.

Sacudió la cabeza y pensó que lo mejor sería despertarlo.

—Cadete, ya podemos irnos. —anunció, mientras lo mecía del hombro en un intento por despertarlo.

Sung abrió los ojos y se topó de frente con los ojos felinos del Sargento. Pestañeó un par de veces y sonrió.

—¿Estás hablando en serio?

—Claro, te dije que lo conseguiría —le guiñó el ojo—. Ahora vamos, vístete, estaré esperándote afuera.

El menor retiró las frazadas de su cuerpo y se levantó con alegría. En un principio de verdad dudó que el Sargento pudiera sacarlo de ahí, pero tal parecía ser que su poder de persuasión era mayor.

Se vistió ágilmente, teniendo especial cuidado en que las vendas de sus brazos no se movieran.

Por su parte, Minho había salido en busca de Felix, después de todo tendrían que irse en cosa de minutos, y no quería retrasarlo, especialmente ahora que tenía que presentarles al nuevo Sargento.

Lo encontró saliendo del baño y frunció el ceño al notar el rostro que traía. Maldijo a Bang Chan internamente porque no podía creer lo que estaba por hacer. Se acercó a él con una forzada sonrisa y lo saludó.

—¿Cómo te encuentras, cadete? —preguntó. El pecoso pestañeó un par de veces, sin comprender, pero hizo la conexión en cosa de segundos.

Miró a su superior con desconfianza.

—No vengo a reírme ni a interceder a favor de Chan, si es lo que piensas —se adelantó al menor—. Solo quiero saber cómo te encuentras con todo.

—No creo que debería estar hablando estas cosas con usted, Sargento —contestó cortésmente—. Pero si tanto quiere saberlo, no me sorprendería si el General se va, una vez más, es su trabajo después de todo, ¿no?

Minho ladeó la cabeza.

—Creo que deberías hablar con él.

—¿Y para qué?, ¿De verdad cree que hará alguna diferencia? El General es así, ama más su trabajo que a nada en el mundo, y está bien. Yo no tengo intenciones de interponerme en eso —murmuró con el ceño fruncido—, además, si él se va podré ser libre, ¿lo entiendes? —preguntó, dejando los honoríficos de lado.

Pero Minho no lo entendía.

Sabía que a Felix aún le pasaban cosas con Bang Chan, como también sabía que estaba intentando iniciar algo con Changbin, y eso, viéndose desde afuera, lo dejaba demasiado mal parado. Era como si estuviera jugando con el Capitán... ¿Debería decírselo? No, él no era nadie para hacerlo, y obviamente no quería herirlo, ni que él tuviera una mala impresión.

THE HUG CEREMONY || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora