origenes parte 4

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Jaye avanzaba por las calles oscuras de Nova Riven, cada paso firme y silencioso. Las noticias de que Jason, el perro fiel de Jax, estaba en su territorio no le daban buena espina. Sabía que cuando Jax enviaba a alguien tan despiadado, algo muy sucio estaba por pasar. Sin perder tiempo, comenzó a indagar. Pronto, algunos de sus contactos en el Distrito Gris, un lugar frecuentado por traficantes y matones, le susurraron lo que había visto: Jason había sido visto entrando al Club Nox para una reunión privada.

Horas más tarde, Jaye se encontraba oculta en una esquina oscura del Club Nox, observando cómo Jason se reunía con varios líderes de las bandas rivales de Jhon. Entre los murmullos y el humo, pudo escuchar fragmentos de la conversación, cada palabra confirmando sus peores sospechas.

—Esa mujer… Jaye. Escuché que es una perra indomable —rió uno de los líderes, un hombre corpulento con cicatrices en el rostro—. Me encantaría verla de rodillas, rogando piedad por la vida de su hijo

—Lo será, créeme —respondió Jason con una sonrisa torcida—. Con la droga correcta, cualquiera puede ser domado. La Embaracina no solo la haría completamente obediente, sino que nos permitiría usarla en contra de Jhon. Imagina la cara de ese bastardo cuando vea a su preciosa Jaye doblegada y obedeciendo nuestras órdenes.

Otro de los hombres asintió, una sonrisa sádica asomándose en sus labios.

—Será todo un placer hacerla sufrir a ella y asu hijo. Además, una vez que esté bajo nuestro control, no solo la utilizaremos para quebrar a Jhon, sino también para ganarnos a sus hombres. ¿Quién no querría seguir a alguien con una mujer así a su lado… o bajo sus pies?

Jason soltó una carcajada.

—Paciencia, muchachos. Jax tiene un plan. Si cooperan en recuperar el cargamento perdido de mujeres y la droga, les aseguro que tendrán a Jaye y a todas las armas que necesitan para destruir a Jhon.

El ambiente en la mesa se intensificó. Jaye, conteniendo la ira que amenazaba con hacerla salir de las sombras, siguió escuchando.

—¿Qué tipo de armas estamos hablando? —preguntó uno de los líderes, interesado.

—Lo que necesiten. Jax tiene acceso a equipo militar: rifles de asalto, munición de alta capacidad, incluso algunos explosivos si lo desean —explicó Jason—. Todo será suyo, pero solo si logran encontrar la Embaracina y a las mujeres. Jax quiere ese cargamento de vuelta sano y salvo y, a cambio, les promete el apoyo necesario para voltear el tablero a su favor.

Las sonrisas y murmullos de aprobación no tardaron en aparecer. Para ellos, la promesa de obtener armamento y recursos era una oportunidad que no podían rechazar. Mientras seguían hablando sobre sus planes y lo que les gustaría hacerle a Jaye, la sed de poder en sus rostros era inconfundible. Parecía que la sola idea de doblegar a alguien tan fuerte y orgullosa como ella los emocionaba.

Pero Jaye no pensaba permitir que esos malnacidos la convirtieran en una herramienta. Con la rabia y el desprecio latente en cada fibra de su ser, decidió que había escuchado suficiente. Tomó su teléfono y grabó discretamente un fragmento de la conversación, asegurándose de tener evidencia para mostrar a Jhon.

Saliendo del club sin ser vista, se dirigió de vuelta al almacén con rapidez. La ciudad parecía aún más hostil y llena de sombras mientras corría, pero la determinación la impulsaba. Cuando llegó, Jhon estaba revisando algunos documentos junto a Marco e Issac. Jaye irrumpió, sin poder contener la furia en su expresión.

—Jhon, tenemos problemas graves —dijo, apenas recuperando el aliento.

Él alzó la mirada, su expresión se tensó al ver la intensidad en los ojos de Jaye.

Hijos de la calle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora