El siguiente día amaneció con una calma inesperada en el almacén. Mientras Jhon y Jaye lidiaban con las tensiones y amenazas externas, Issac, decidido a demostrar que podía ser útil y encontrar su propio lugar en esta “familia”, aprovechó un momento para acercarse a los otros miembros del grupo.La primera persona con la que se topó fue Marco, quien estaba limpiando un viejo rifle y revisando una caja de municiones. Aunque Marco era reservado y solía mantenerse al margen, tenía un aprecio especial por el chico, a quien veía como una versión joven de sí mismo, lleno de determinación.
—¿Necesitas ayuda con eso, Marco? —preguntó Issac, acercándose con una sonrisa.
Marco lo miró, sorprendido al principio, pero asintió.
—Claro, pequeño. Ayúdame a limpiar esta munición. Solo asegúrate de no perder ninguna pieza.
Issac sonrió ampliamente, emocionado por la oportunidad de colaborar. Junto a Marco, pasó la siguiente hora limpiando y organizando el equipo. Mientras trabajaban, Marco le contó historias sobre sus primeros años en la organización, aventuras y situaciones en las que estuvo al borde del peligro, y cómo había aprendido a confiar en sus compañeros. Para Issac, estas historias eran como aventuras épicas, y cada palabra de Marco parecía alimentar su deseo de formar parte de algo grande.
Mientras Issac y Marco trabajaban en silencio, la atmósfera comenzó a relajarse. Tras un rato, Marco, con una expresión pensativa, rompió el silencio.
—¿Sabes, Issac? Yo no siempre fui así, metido en este mundo —comentó Marco, dándole una vuelta al rifle antes de limpiarlo con un trapo—. Al principio, solo quería proteger a los míos, nada más. No planeaba meterme en tanto problema.
Issac lo miró, intrigado. Aunque había escuchado a otros hablar sobre las cosas que Marco había hecho, nunca había escuchado al hombre contar su propia historia.
—¿Y qué pasó? ¿Cómo terminaste aquí, con Jhon? —preguntó Issac, tratando de no sonar demasiado curioso.
Marco soltó una pequeña risa, como si la respuesta fuera más complicada de lo que podía expresar.
—Supongo que, en esta ciudad, todos nos vemos obligados a hacer cosas que nunca imaginamos. Al final, cuando te das cuenta de que no hay héroes ni villanos, sino solo personas intentando sobrevivir… entonces encuentras tu lugar, por extraño que sea. —Marco hizo una pausa y miró a Issac, como evaluándolo—. Pero tienes que saber algo, chico: una vez que entras en este camino, es difícil dar marcha atrás.
Issac asintió lentamente, comprendiendo la seriedad de sus palabras. Sin embargo, la emoción de sentirse parte de algo más grande lo motivaba.
—Yo… yo quiero ayudar, Marco. No quiero ser un peso para ustedes —dijo, mirando al hombre con determinación.
Marco sonrió, asintiendo con aprobación.
—Lo sé, y se nota que tienes agallas, chico. Pero debes entender que aquí no solo se trata de valentía. Hay que tener paciencia, aprender a observar. Este mundo es peligroso, y no siempre podrás confiar en que alguien estará para protegerte.
Hubo un momento de silencio antes de que Marco continuara, su tono más suave.
—Cuídate, Issac. Si este es el camino que quieres seguir, asegúrate de hacerlo por las razones correctas. No por querer impresionar a alguien o demostrar que eres fuerte. Si haces esto, hazlo porque sabes que puedes soportarlo… y porque tienes algo que proteger.
Issac asintió, sintiendo el peso de las palabras de Marco. Las historias de peligro y camaradería que había escuchado eran inspiradoras, pero las palabras de Marco le recordaban que, en realidad, estaba jugando con fuego.
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Hijos de la calle
DiversosEn el año 2093 el crimen en las calles de una ciudad comienza a afectar cada vez más a la población, asesinatos, violaciones, secuestros y drogas, la policía no se da abasto, pues sus recursos son escasos y la corrupción se ha infiltrado en las fue...