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𝑆𝑢 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜 𝑠𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑖𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑟𝑒𝑝𝑎𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑑𝑢𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑠𝑒𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠. Zoro había tenido mucho tiempo para prepararse contra el ataque mental. ¿Lo intentó siquiera? No, no, no lo hizo. Cuando su calor golpeó con toda su fuerza esa mañana, lo tomó por sorpresa.
Había estado de pie frente a un espejo de cuerpo entero. Extendiendo su piel donde una nueva cicatriz comenzaba a sanar. Lo primero que notó fue una sensación húmeda en su ropa interior. Frotándose los muslos, Zoro trató de deducir si era esa época del mes o alguna otra cosa.
Entonces el olor lo golpeó. Un olor dulce y enfermizo que hizo que se le revolviera el estómago. Mierda, su nido estaba de vuelta en el salón. Roronoa tropezó con sus pies, luchando por la puerta. ¡Con razón había estado comiendo mucho más de lo habitual! Sus muslos estaban entumecidos y temblaban debajo de él. Maldita sea, le sudaban tanto las manos que no podía abrir la puerta. Zoro gimió, ¿por qué diablos hacía tanto calor aquí? El vapor de su ducha se pegó a su piel. El aire estaba cargado de sus feromonas. Zoro se quitó la bata y las botas, le fallaron las piernas y golpeó el suelo con un ruido sordo. Le quedaba suficiente racionalidad en él para levantar la mano y cerrar el pomo de la puerta.
Colapsando, presionó su espalda contra la dura madera. Jadeando y jadeando, abrió su cremallera. Temblando, dudó, aunque solo fuera por un momento, antes de frotar su dura polla a través de su ropa interior. Zoro jadeó y se mordió el labio, atreviéndose a soltar un suave gemido.
-¿Zoro?- se congeló, cerrando sus piernas de golpe.
-¿L-Luffy?-
-Y Sanji.- los dos estaban parados justo afuera de la puerta. Roronoa tragó saliva y se alejó de la entrada. Sus pantalones estaban alrededor de sus rodillas, el resto de su ropa estaba amontonada detrás de él, y su trasero estaba cubierto de grasa.
-E-estoy bien-su voz se quebró -estoy bien, vete-
Sanji resopló, -Puedo oler tu 𝑜𝑚𝑒𝑔𝑎 , ciertamente no estás bien-.
-Paso atrás.- Luffy llamó a través de la puerta, -¿realmente pensaste que podrías ocultarnos tu calor-
Casi sonaba herido, Zoro se quedó callado. No era de su puto negocio. No lo habían reclamado, nadie lo reclamaría 𝑗𝑎𝑚𝑎𝑠. Al diablo con la seguridad, podía cuidar de sí mismo por el amor de Dios. ¡Era un maldito pirata y el mejor espadachín del mundo para empezar! Si realmente pensaban que necesitaba a alguien como ellos para cuidarlo, estaban muy equivocados. ¡Ja! Imagínate, odiaba la idea, 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑎𝑟 a alguien, qué jodida broma.
Zoro pensó esto, a pesar de que estaba medio desnudo en el suelo de baldosas frías.
La puerta se abrió de golpe, las astillas cayeron a su alrededor. En la puerta había dos alfas muy irritados y cachondos. Roronoa apenas tuvo tiempo de parecer sorprendido antes de que se lanzaran. Derribándolo al suelo en una ráfaga de besos duros y mordeduras de dientes. Sanji ya se estaba quitando el chaleco, listo para destrozar a Zoro, antes de que Luffy lo detuviera.
