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31: El otro rostro de mi madre.



Durante las vacaciones que tenía, me dediqué a ordenar un poco mi cuarto y complacer a mis padres, lo mismo de siempre, sólo que esta vez, mi camino se dirigía al viejo almacén o la casa de Ema cuando mi destino era la iglesia. Los primeros días fueron algo complicados, sin Jimin y Hoseok no tenía excusas para salir a visitar a alguien.

Sin darme cuenta, un día domingo en misa, con la mirada expectante de mi profesor de música, terminé por hablar con Yeorin, la chica que mantiene una relación a escondidas con él. Fue simple, no la delato y perjudico a su "amado" como ella misma lo llamó cuando comencé la conversación, pero a cambio cuando pregunten por mí, ella diría que estuvo conmigo y yo le enseñaba música o cualquier otra excusa.

Ella ganaba, yo ganaba.

Por una parte, en el rincón de mi cabeza, me hacía sentir tan malo al recurrir al chantaje con esa pobre chica, cuando egoístamente solo veía por mí. Pero eran mis pocos recursos que tenía para poder salir de casa y ser libre en un jardín completamente hermoso como el de la señora Ema. No me arrepentía de lo que hacía si era para poder sentarme a solas en su jardín que suele Jungkook arreglar.

Fue un poco difícil poder ser yo mismo al principio, pero con Jungkook siendo él terminaba por caer y mostrar mi verdadera cara. Me desconocía los deseos impuros cuando lo veía podar el jardín o provocarme por cualquier cosa. Desde esa noche con él, no hemos hecho nada más y eso me estaba enloqueciendo.

Cerrando el libro que tenía en mis manos, me había quedado nuevamente absorto en mis pensamientos sin poder avanzar a otra página de aquella historia de unos de mis escritores favoritos, Kafka.

En el jardín de la señora Ema, me quedo viendo aquellas plantas que se mueven tras una suave brisa que mece de igual modo mis cabellos y me percato de Jungkook salir del mismo ventanal de dónde había salido anteriormente, su mirada recorre el jardín finalmente encontrándose con la mía.

Sonriendo y a pasos seguros con cierta sensualidad, llega donde estoy para sin permiso inclinarse y besar mis labios. Cada beso era como el primero, dejaba tantas sensaciones que me enloquecía.

Con parsimonia y acostumbrado a sus arrebatos, no demoro en abarcar los suyos, un beso desordenado subiendo su intensidad en cada succión por parte de ambos.

Terminando por jadear en cuanto Jungkook lanza el libro que sostenía a un lado del césped y sentarse a horcajadas de mis piernas. Le miro a los ojos sorprendido ante su mirada llena de erotismo y lujuria. El pudor empaca sus maletas, se despide de mí deseándome buena suerte en el momento que rodeo su cintura que cada vez me sorprendía por lo diminuta que es cuando lo sujeto.

Jungkook toma cada lado de mi rostro, procurando no alejarse, tirando de mis cabellos y dejarme colgado en un hilo de locura pasional cuando se mece sobre mí.

ㅡNo puedo controlar desearte tanto manzanita...ㅡ ladea su rostro, abriendo sus ojos marrones oscuros que llegaban a confundirse con dos aceitunas negras. Sus pestañas revolotean, de sus labios desprenden un cálido y dulce aliento. ㅡPor ahí leí que el deseo no se satisface del todo y ahora lo entiendo.

Sin dejarme responder vuelve a besarme. Era así cada momento, Jungkook decía lo que pasaba por su mente y me besaba, me llenaban y dejaba su sello en mí. Yo sólo podía recibirlo con gusto, soy como un torbellino de dudas y necesidades y parece como si siempre hubiera vivido en un estado de constante deseo y Jungkook abriera la caja de pandora dejándolo libre.

Subiendo mis manos a su rostro de igual modo, acaricio la piel de su mejilla, inerte en nuestros labios colisionando y fundiéndose en un acalorado beso. Era notorio que me había excitado y Jungkook lo había provocado, volviendo a mecerse en mi regazo.

ᬊJUDAS ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora