~ II ~

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No sé podían asegurar muchas cosas, no en este mundo impreciso, pero había algo que si y era que la alegría y emoción de Harry era palpables, o por lo menos así se sentía para todos.

Desde la noche anterior tenía una sonrisa permanente y un aura de alegría sin igual, nadie podía arrebatarsela...

Incluso el creciente y descontrolado mal humor de Ronald se vio opacado por la dulce sonrisa y la alegría casi infantil que Harry tenía.

Se veía realmente feliz, reía suave de vez en cuando, cómo si no creyera lo que había pasado, y no fue solo la noche anterior, al bajar las escaleras al día siguiente era obvio que aún estaba asombrado con lo que había sucedido.

El abrazo y las lágrimas duraron un buen tiempo antes de que Harry bostezara y ambos gemelos lo alentarán a ir a descansar...

Nadie admitiría que la pregunta suave de  "¿están seguros de que no es un sueño?¿Que mañana estarán ahí?" Había dolido como el infierno.

Aún así él niño parecía flotar, iba de un lugar a otro con una sonrisa soñadora y esperanzada mientras caminaba y hasta veces tarareaba.

Eso se rompió cuando atravesó las puertas del gran comedor.

Cuando abrió los ojos para ver a dónde dirigirse, fueron dos altas y conocidas figuras las que lo recibieron.

Eran gemelos, pero no eran los conocidos gemelos Weasley, sin sus ojos azules traviesos y sus conocidas cabelleras rojas, no, en remplazo estaban casi ellos mismos, pero solo si podías ignorar las cabelleras negras como tinta y uno conocidos ojos verdes que antes no estaban allí.

La impresión fue inmediata, Harry se tambaleó antes de entender el por qué había dos copias idénticas con algunas de sus características físicas.

Harry sonrió enorme, logrando retener las lágrimas con esfuerzo; se acercó a ellos con naturalidad, pero una que no había estado allí antes, una familiar...

Se habían adaptado demaciado rápido al concepto de hermanos...

Cuando los tres se sonrieron entre si, los mayores tomaron al menor y juntos fueron a sentarse y disfrutar de un buen desayuno.

Si alguien noto como cada uno de ellos sabía lo que quería el otro, bueno, estaba demasiado sorprendido por el parecido entre los dos antiguos demonios pelirrojos y el pequeño niño con una cicatriz de rayo.

Cabe decir que McGonagall se puso pálida al notarlos por primera vez así, cómo si un infierno personas hubiera comenzado a abrirse.

No de sangre, si de alma: Eres Nuestro Hermanito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora