9

1.3K 161 12
                                    

—Jisung.

Oír su nombre llamó totalmente su atención mirando al hombre frente a él que se veía bastante resignado.

—Permítame hacerle compañía—obviamente no estaba en planes de Minho acompañar a Jisung, lo pensó apenas lo vio bailando en el Gran Salón.

Okay debía admitirlo, al dar las diez un sentimiento de culpa lo invadió, no sabía por qué algo le decía que estaba haciendo mal al negarse a acompañar a ese pobre ser que de seguro estaba solo y aburrido e inevitablemente salió en su búsqueda, pero se sorprendió al verlo bailar con sus amigos de una manera animada, sin saber por qué, realmente se sintió tranquilo al ver que se la estaba pasando bien por lo que decidió dejarlo disfrutar e irse a su habitación.

Minho se conocía, sabía que tenía mala personalidad y la verdad dudaba poder entretener de manera amena a Jisung considerándolo a él y la mala relación que poseían. No quería arruinarle la noche, claro que no, el sabía que fue para divertirse y no tenía intención de hacerlo pasar un mal rato, pero si este no colaboraba entonces no había de otra.

—No, gracias—se cruzó de brazos mirándolo desafiante. Minho sonrió para sus adentros, sabía que iba a decir eso, pero el estaba cargado de municiones.

—¿A no? Que extraño, juraría que hace poco se paseaba por mi castillo probablemente porque se quedo solo y aburrido ¿Me equivoco?—dijo de manera soberbia ganándose un ceño fruncido.

—No estoy solo.

—Que no esta solo. Pues yo no veo a nadie más por aquí.

Jisung abrió y cerro la boca sin encontrar palabras para defenderse mientras Minho lo miraba triunfante. Era obvio, ninguno quería pasar tiempo con el otro.

—Permítame solo acompañarlo hasta que termine el baile.

A Jisung no le quedo de otra, la verdad si estaba aburrido y solo. No lo quería admitir, pero aunque ver a sus amigos bailando con sus parejas no lo molestaba, al fin y al cabo odiaba estar solo desde que tenía memoria. Solo por esta vez le dejaría estar con él.

Solo esta vez.

—Bien—soltó rendido a lo que Minho simplemente sonrió con notable soberbia.

—Bien.

—Más le vale que me divierta o tomare su compañía como la peor del mundo—levantó su dedo índice apuntándolo acusatoriamente.

—Creí que ya me tomaba como la peor—se encogió de hombros pasándole de largo. Jisung no supo que decir, decidió seguirlo por el pasillo hacía quien sabe donde.

Minho camina frente a él de manera tranquila, pero todo su ser destilaba confianza, lo había notado en el bosque, este hombre tenía un andar tan seguro, firme e imponente que era casi imposible no apartarse de su camino cuando iba en tu dirección, y le parecía atractivo ¡Pero jamás lo diría!

Jisung se fijo en su amplia espalda, era literal dos o tres veces mas grande que la suya propia. Por su condición de omega siempre fue muy menudo con apenas un metro sesenta y cinco de estatura, todo su ser era pequeño: sus manos, sus pies, su cara, su espalda e incluso su cintura. A veces pensaba que heredo más características de su madre de las que habría querido pedir.

Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se fijó cuando Minho se detuvo chocando así con su fuerte cuerpo. Dios este chico no estaba hecho de gente, era una piedra. Se sobó su nariz quejándose.

—¿Esta bien?—Minho se dio la vuelta al sentir el golpe entre sus omoplatos. Jisung se estaba quejando notablemente adolorido.

—Su cuerpo es demasiado duro, casi se me rompe la nariz—dijo en tono nasal apretando su nariz.

Las memorias de un corazón roto ➺ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora