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Esa mañana Minho se despertó más cansado que de costumbre, pelear siempre lo consumía de sobre manera, pero era demasiado necio para ceder.

Tomó un baño y se vistió de forma casual listo para empezar un nuevo día.

Hoy se disculparía con la mucama y Jisung. Si bien no estaba en sus planes al principio, esa noche tuvo un sueño horrible: Jisung esta mirándolo con odio y repulsión diciéndole barbaridades mientras se derretía en lágrimas, gritaba y rogaba a Dios jamás haberlo conocido.

A él no lo importaba que dijeran, la gente tenía malas opiniones de él y no podía importarle en lo más mínimo, pero por alguna razón que Jisung lo odiase no le gustaba para nada.

Pero Minho se lo había ganado a pulso, ese odio y recelo de la gente a su alrededor se lo ganó una vez que decidió dejar que la tristeza y la amargura lo consumieran, volviéndose así peor que su padre.

El rey, si bien tenía mal carácter, no se desquitaba así con la servidumbre, de hecho, al morir la reina su forma de reaccionar mejoró un poco pues se juró a si mismo ser mejor rey, un rey del que su Yongsun estaría orgullosa de llamar esposo. Lastimosamente no supo ser mejor padre, aunque lo intento, pero Minho se había cerrado totalmente a él y en general a las personas.

El príncipe bajó escalones rápidamente hasta la lavandería, según sabía a esa hora las mucamas limpiaban la ropa y las sabanas. Cuando llegó abajo las mujeres no pudieron evitar sorprenderse evidentemente nerviosas por su extraña presencia allí.

Busco con la mirada a la chica ya que desconocía su nombre, para su fortuna era bueno recordando rostros y rápidamente la diviso doblando una prendas al fondo del pasillo. Se paró frente ella y rápidamente esta lo notó haciendo una inclinación de noventa grados.

—¡S-su alteza! B-buen día—era notable su nerviosismo por lo inestable de su voz.

—Buenos días em...?

—S-Sana, soy Minatozaki Sana, su alteza— Sana se atrevió a mirarlo a los ojos quedando petrificada al notar lo guapo, pero intimidante que era el príncipe.

—Bueno...Seguro te extraña mi presencia aquí, al igual que al resto—la chica asintió.

—Si, su alteza...¡P-pero es grata la sorpresa!—no sabía como actuar, había llegado hace apenas una semana y ya había metido la pata con, nada más ni nada menos, el príncipe Minho.

—La razón de mi presencia es para ofrecerte mis disculpas—Sana lo miro sorprendida, eso si que no lo esperaba.

Por el palacio se escuchaba que tanto el rey como el príncipe eran personas de mal carácter, sobre todo el príncipe. Decían que era cruel y sin sentimientos, jamás era amable o cordial, ni mucho menos aceptaba sus erros, pero ahí estaba, pidiendo perdón a una simple empleada.

—¿D-disculpas, su alteza?—Minho asintió.

—Mi comportamiento ayer fue grosero, no merecías ese trato, sin embargo yo te lo di. Te ruego me perdones—hizo una inclinación leve.

A sus espaldas se escucharon murmullos del personal femenino. Sana esta más que confundida y con nervios ¡Era el príncipe Minho! ¿Cómo puede inclinarse ante ella frente a todas? Si los rumores eran ciertos entonces no encontraba el sentido a su comportamiento, sin embargo le pareció linda su expresión avergonzada cuando se enderezo, tenía un muy leve sonrojo y no le miraba a los ojos, de seguro apenado al escuchar los murmullos.

¿Ese es seguro el príncipe?. Ese no es el príncipe Lee Minho con el que llevo veinticinco años trabajando. ¿Estará enfermo?. ¡Chaeyoung deja de babear!

Las memorias de un corazón roto ➺ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora