ROJO

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- ¿Por que debería confiar en lo que me dices? - Pregunto el diablo de yare, desconfiando de las promesas pronunciadas por la portadora de la bandera roja, blanca y verde.

- Escucha mocoso, no tengo ni una razón para mentir. A diferencia de otros, a mi no me importa el dinero o esas estupideces de culos avariciosos sedientos de poder. Lo que busco es placer y entretenimiento, nada mas alla de mi satisfacción. Me aburro con una facilidad, así que, por mientras, me gustaría que me proporcionaras un show digno - Explico la de orbes rubí mientras daba una larga bocanada al humo toxico que buscaba envenenarle en su autodestrucción.

La colonia dejo que el silencio se desplazara libremente por el aire tal y como el humo del tabaco. Durante ese largo y amargo silencio, no pudo evitar que por su mente se deslizara los recuerdos de como los sirvientes de su finca despotricaban contra la nueva Roma. Los rumores que escupían los sirvientes se quedaban cortos comparado a lo que estaba viendo. Acababa de ofrecerle las llaves de las jaulas de sus hermanos y la suya, aparte de llevarlos a donde desearan, a cambio de lo que ella llamaba un ''espectáculo''. Esta mujer no le faltaba una tuerca, le faltaba toda la maquinaria para crear a un ser cuerdo. Extravagante o tétrica son términos que aun parecidos a como la describiría, no cree que sean lo sufientemente fuertes.

- Esta bien, ¿Que hago? - Pregunto Venecia inseguro a cerca de la propuesta realizada por la europea.

- ¿No es evidente? Una masacre, mata a todos los humanos... - Soltó la bomba como si nada mientras botaba la la ceniza de la pipa para rellenarla una vez mas, siguiendo el ciclo sin fin de la adicción.

- ¿Ha perdido la cabeza? No puedo pelear contra toda la tripulación, no soy tan fuerte - Respondió asustado el orbes dorados. Tan solo imaginarse lo que le proponía le causaba escalofríos.

- Claro que puedes, solo que aun no sabes como - Contra ataco la de orbes rubí con un cinismo aterrador.

- ¡Bueno, no lo se! ¡No puedo hacer nada si no se como hacerlo! - Ataco lleno de frustración y irritación por la actitud agria de esa mujer.

- Tu solo acepta y yo me encargo del resto - Exhalo cansada lanzándole las llaves para seguido irse por donde vino.

El menor las recibió un poco temeroso. Esa mujer le causaba escalofríos. Suspiro, y se dispuso a abrir su celda. Salió y se dirigió a la de sus hermanos y las abrió.

- ¿Como conseguiste esas llaves? - Cuestiono Granada muy confundido.

- Shh, hice un trato con Italia - Susurro en respuesta.

- ¿QUE? ¿COMO CONSEGUISTE QUE ACEPTARA? - Exclamo Quito confundido.

- Ella fue quien me propuso el trato - Continuo suspirando para ver a sus hermanos con una expresión incrédula estampada en sus rostros

- Es una larga historia, quédense callados, síganme, y no mas preguntas - Replico arto de recibir miradas tan desvergonzadas de parte de sus complices.

En cuestión de unos 5 minutos lograron salir de ese complejo de celdas del enorme barco. Solo para darse paso a la parte más difícil, subir a la cubierta, y ver que sucedía después.

Aún que el niño con rasgos demoníacos no lo demostraba, estaba siendo lenta y fríamente carcomido por el miedo. No entendía mejor esa situación que sus hermanos. Solo sabia que algo para nada lindo se iba a desarrollar ahí en cuestión de minutos. Lo cual no lo emocionaba en absoluto.

No sabía cuál era el plan de esa mujer. No tenía ni idea de que pasaría a continuación, y eso era lo que más le preocupaba. Sabía de antemano que todos los humanos en la cubierta iban a ser asesinados. Pero por nadie más y nadie menos... Que el. Una misera colonia con la mentalidad de un niño no mayor de los 9.

Demon-Boy //LORE//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora