───capitulo IV.

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La ópera de París, y aquella hermosa e inspiradora ciudad, habían logrado evolucionar con el tiempo después de aquella noche perturbadora de 1874.

Las calles vecinas transitaban con normalidad, lucían como siempre, y la gran monotonía era la carga principal de esta. La ópera de Garnier no se quedaba atrás, pues tras su reforma se empezaron a buscar nuevos gerentes, colaboradores, directores musicales, y diamantes en bruto que dieran vida a cada personaje de las obras interpretadas allí.

Y hablando de nuevos gerentes, no hubo necesidad de buscar tanto, pues una persona que estuvo en aquel edificio decidió tomar las riendas de la gerencia.

Y hoy sería el día en que llegaría a la ópera a revisar instalaciones antes de tomar el cargo correspondiente.

Así es, hablamos de la gran soprano Christine Daaé, o ahora más conocida como la vizcondesa Christine de Chagny.

Aquel coche se detuvo en la entrada de la ópera. De el descendió una hermosa castaña, cuyo cabello castaño iba recogido totalmente, llevaba un sombrero señorial azul, un vestido del mismo porte. Iba sin la compañía de su amado esposo, el vizconde Raoul de Chagny.

El vehículo partió, mientras aquella mujer subía con paciencia las escaleras del edificio. Al encontrarse frente a la entrada, suspiró. Muchos recuerdos, quizá, habían inundado su mente.

Se adentró en el, hasta donde se encontraban los actuales gerentes: Firmin, y André.

—Madame Christine.— le saludó monsieur André, con un gran tono francés.

La susodicha dió una corta reverencia con su cabeza, mientras dejaba ver su encantadora sonrisa.

—Me siento afortunada en volver, ha pasado demasiado tiempo...— hizo una ligera pausa antes de continuar— La ópera estará en buenas manos, lo prometo.

THE MUSIC OF THE NIGHT | Fantasma de la óperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora