Lucila Kreese.
Luego de haber tenido aquella breve despedida junto a Johnny, optó por levantarse del suelo de madera y salir corriendo hasta Encino.
Después de varios minutos corriendo, abrió la puerta de casa al llegar y pudo sentir las miradas de sus padres encima de ella. Pero no le dio mucha importancia, ya que subió las escaleras rápidamente.
— ¡Cariño! ¿Qué ocurre? — vociferó aquella mujer que se había hecho llamar su madre por mucho tiempo.
No prestó atención ni un segundo y cerró la puerta de su habitación con llave.
Lucila había caído en cuenta con la realidad en la que vivía.
Aquél chico que se había apoderado de su corazón y fue su primer, y único amor de toda su vida; la había decepcionado.
Su padre, había sido la peor versión de un hombre. Era un lobo disfrazado de cordero. Había roto su corazón muchísimo tiempo antes de que volviera y ahora.
Margarita parecía ya no conocerla, ni siquiera sabía cómo llamarla luego de haberse enterado que había vivido toda su vida en una vil mentira.
Daniel volvería a Newark junto a su madre y pronto la dejaría sola.
¿Qué podía hacer ella con todo éso maquinándole el cerebro todos los días? Desde que se acostaba, hasta que despertara.
Tomó una decisión y nadie podría con ella.
Quitó un gran bolso y comenzó a guardar sus cosas necesarias, prendas de ropa cómodas, zapatillas, y cosas de valor para empeñarlas.
Tenía el suficiente dinero disponible guardado cómo para sobrevivir un par de días.
Se marcharía y ésta vez para siempre.
No quería saber más nada con nadie.
Ni con los cobra kai, su padre, su madre y mucho menos con Johnny Lawrence.
La noche había caído y su plan comenzaba.
Abrió su ventana de par en par y dejó aquella nota encima de su cama que estaba tendida a la perfección.
ESTÁS LEYENDO
COBRA KAI |Johnny Lawrence|
Fiksi PenggemarEs triste pensar que las personas que más amas, son las que más te mienten y lastiman. Pero la vida es así. Kreese le enseñaba a su hija lo que son las primeras decepciones de la vida. Siempre había que golpear primero, golpear fuerte y sin pieda...