Capítulo#5 Mi vida cuelga de un hilo llamado Sammy.

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Hola, perdón que el cap sea TAN corto. NO OLVIDES VOTAR:( votar es cool. Anda, toca la estrellita. c:
Bueno, los quiero mis wattpadbebés. ♥

De repente, ya no tenía ganas de morir. Quería estar con Sammy y no dejarlo jamás.

-¿En serio ibas a suicidarte, Sheila? -preguntó con irritante aire de suficiencia.

-No sé en qué estaba pensando, Sammy -me sequé las lágrimas.

-Sammy te ha salvado la vida.

-¿Qué?

-He manipulado tu mente. No podía dejar que acabaras con tu vida, cariño.

Se me calentaron las orejas. Realmente podía manipularme. Ni siquiera podría imaginarme por lo que había pasado Sammy, pero eso no justificaba que me hiciera daño a mí. Me alteré. Me llené de impotencia. Quería matarlo, yo misma, con mis manos. Acabar con su miseria, y por ende la mía, que se encontraba próxima. Lo miré con furia.

-Hey, no, no, no. No quieras matarme. Recuerda que tengo mucho poder sobre ti.

-Jódete -respondí dulcemente, al reconocer que no podía contra él, ni contra su poder de introducirse en mi mente. Reprimí las lágrimas.

Me dirigí hacia los arbustos, pero me detuve antes de sumergirme, y pensé... Sammy... Ya no puedo llamar a este niño "Sammy". No quiero. Sammy es ese niño tierno, divertido, amoroso... Sammy es ese pequeño amigo que me escuchaba en mis crisis y me exprimía una sonrisa sin pronunciar palabra. Sammy es esa personita especial con la que viví momentos increíbles durante más de 5 años, casi 6, de hecho... Pero éste... éste niño no es Sammy.

-Niño -dije cabizbaja y despaldas a él.

-...

-¿Cuál es tu nombre real?- entristecí la voz.

-Honestamente no lo sé -honestamente, JÁ-. Llegué a la vida sin recordar nada de mí- continuó-. Sólo recordaba porqué llegué aquí; mi agonía. Pero "Sammy" es un lindo nombre, me gusta, me quedo con él.

-No, lo siento. Yo ya no puedo llamarte "Sammy". Tú ya no eres Sammy.

Quería que mis palabras resonaran en su cabeza, que le dolieran en el alma falsa que ahora poseía. Quería que notara mi tristeza y que eso lo entristeciera a él. Aunque sabía que estaba acostumbrado al dolor, quería alimentarme de su arrepentimiento, de su miseria. Quería que él sufriera. Sí, aún más. Sin importar la culpabilidad que me acompañara luego. Lo odiaba. Lo odiaba con toda mi alma, esa que estaba siendo consumida por él.

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