Capítulo #12. La historia de Sammy.

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*NARRA SAMMY*

Aquí estoy, de nuevo, en el infierno.

Vaya que hace frío aquí... Bueno, eso sólo está en mi mente, porque odio el frío. Me hace sentir solo...

Debo admitirlo: después de tanto tiempo y volver aquí, me trae muchos recuerdos, no precisamente gratos...

*FLASHBACK*

-Madre, ¿qué tiene acá?- pregunté inocente, señalando algo que parecía un moretón en el brazo de mamá.

Retiró su brazo con brusquedad.

-Quita, Benjamin, no es tu problema.

Está apunto de estar ebria.

-¿Estuvo bebiendo, madre?

-¿Y qué si lo hice? Tu padre lo hace todo el tiempo, ¿por qué yo no?

-Por favor, madre, no se convierta en lo que él es...

-Él es tu padre, le amo, y tú también le amas.

-Madre, no se puede amar a quien os golpea y hace llorar.

-¿QUÉ HAS DICHO? Tu padre jamás me golpearía. Déjate de eso -se tapó el brazo alargando su manga.

- Yo no soy ciego, madre. He visto cuando llega de noche y os grita por razones desconocidas... y cuando se impone a sus órdenes, os golpea, muy fuerte, madre, ¿cómo es que deja pasar algo así?

-PORQUE LE AMO- sollozó-... Benjamin, hijo mío...- su expresión cambió, parecía estar conmovida- ... ¿Has oído eso de que por amor se hace lo que sea, de que el amor es ciego y aguanta las peores tormentas?

-Madre, usted puede amarle, pero es evidente que él no a usted.

-No lo sabes, pequeño.

-Juro que no consentiré esto, madre. Están haciéndole daño, físico y emocional.

-¿A qué te refieres, Benjamin?

-Físico, mirad esos moretones- subí su manga-. Emocional, mirad esa botella.

Se acomodó la manga.

-Es una pena que no me hayáis invitado a la reunión familiar.- apareció Padre tras la puerta.

Me puse de los nervios, es decir, nos iba a golpear, sin duda.

-Padre...

-Robert, tenemos que conversar sobre algo, ¿me acompañas a la habitación?

-Está ebrio, padre.

-¿Que estoy qué? JA, JA, JA, JA. Benjamin, calla.

-Robert, necesitamos charlar...

-Que sea aquí. He visto una botella desorientada- se dirigió hacia la botella de la que Madre bebía minutos atrás-. Y no es que sea un ebrio, eh - rió a carcajadas como si de verdad causara gracia.

-Está presente el niño, Robert...

-NO ME INTERESA, hablad de una vez.

Tomó valor y lo soltó...:

-Quiero el divorcio.

Se puso firme, aunque se notaba que el miedo la hacía temblar.

-JA, JA, JA, JA, JA. - volvió a reír como la vez anterior, y de repente, se puso serio- ¿qué has dicho?

Se levantó y apretó los puños.

-Ya no somos una familia, y... por mí da igual, pero está afectándole a nuestro pequeño... necesitamos... lo que necesitamos es empezar de cero. - sonrió esperanzada de que aquel hombre a quien solía llamar Padre accediera y nos dejara en paz.

¿Jugamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora