MAR ; VELAS Y RECUERDOS |3

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—Vamos, te voy a llevar a un lugar que te va a gustar—su cara de sorpresa era un monumento, el árbol en su cuello se movía a la par de su cabeza, me preguntaba qué significaba, pero sentía que sería una conversación demasiado profunda y melancólica por su cara al verme marchar, entonces solamente me dediqué a conducir hacia mi destino.

—El puerto— salía del coche cómo un niño pequeño, eran casi las doce de la noche, los barcos estaban alumbrados por las luces puestas en las calles del puerto, Markus se dedicaba a admirar cada uno como si los quisiera para él.

—¿Entonces, son los barcos los que te gustan?

—Cuándo era niño, mi madre me contaba historias de piratas y sus grandes barcos, claro, no eran está clase de barcos, pero igualmente se siente como si ella estuviera aquí, la veo en todos estos barcos, le hubiera encantado verlos.

—¿Hubiera?

—Mi madre murió cuando yo tenía quince años, la misma edad en la que me dio a luz. El cáncer la consumió, ella sabía que era un riesgo tenerme, los médicos le habían advertido, no solamente por su condición, si no por su edad y por muchas otras cosas.

» Y aunque la medicina haya avanzado, en su caso no hubo nada que hacer, fueron tres años duros de lucha, por eso no quiero tener hijos, cuando era adolescente me culpaba por su muerte, pero bueno, las historias tristes es mejor dejarlas en un baúl.

—Hay historias que terminan siendo tristes y que las acabamos poniendo en un baúl, aunque en ese proceso nos olvidamos de alguna manera de las cosas buenas que vivimos en aquellas páginas. A veces guardar lo que nos duele, no nos permite recordar lo que nos hizo bien mientras lo vivíamos.

—Gracias, supongo.

—¿Por qué?

—Porque sé que estás siendo honesta sin alguna pena y porque sé que vas guardar mi secreto—en ese instante recordé lo que le había pedido, si bien éramos dos desconocidos, con Markus en aquellos momentos lúcidos nos veíamos como si fuéramos el apoyo del otro, lo que sentía que era incoherente, pues habían pasado días, no años para tener alguna clase de vínculo fuerte o así quería creerlo yo.

—¿Cuál es tu favorito? —Le pregunté para cambiar de asunto. Él me señaló un barco con un nombre extraño Asteri Jones 676—¿Y por qué te ha gustado ese?

—Porque así se llamaba mi madre, bien, a mí me gustaba llamarle por su segundo nombre, aunque a ella no le gustara tanto, así me lo contaba mi abuela cuando me mostraba sus fotos. Asteri significa estrella y a mi las estrellas siempre me gustaron.

—Es hermoso la manera a la que te refieres a tu madre, Markus.

—Todo lo que venga de mí lo es—a su respuesta la acompañó un guiño y movimiento de cejas, no estaba bromeando, sin embargo sí quitando la burbuja melancólica que se había creado. —Yo también perdí a alguien por el cáncer—quise decirle, pero preferí no hacerlo, porque él no quería continuar abriendo aquella herida y yo lo entendía.

—El egocentrismo no se te va a ir nunca, ¿verdad?

—Es parte de mí, así como es parte de ti ser histérica.

—¿Quieres que volvamos al como comenzamos y lo desa...

—Ya te he pedido perdón, lo siento por haber insinuado cualquier cosa que pudiera hacerte daño, no puedo justificar mis actitudes de mierda con nada, pero, ten por seguro que he aprendido la lección. Además, ¿Por qué hemos vuelto a eso?

—Porque nunca he sido histérica, eres tú quien me hace quedar como una.

—Si te irritas es porqué me sigues la corriente.

TRES VECES CONTIGO[EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora