Día 4: Screen

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Angel estaba decepcionado. La forma en que Vox lo había estado mirando durante la noche le habían dado esperanzas. Su objetivo parecía tan cercano aunque debía admitir que también tenía sus motivo egoístas. Angel quería esa mirada de devoción y esperanza que veía en los ojos del Overlord. Él quería ser adorado, valer una fortuna y ser tan especial que alguien abandonara una fiesta por él y traicionara sus negocios solo por su compañía. Angel ansiaba el romance y el peligro que implicaba ese tipo de relaciones. Aún si lo primero era casi un mito en el Infierno. Pero un pecador podía soñar.

Sin embargo, tal vez todo eso fuese solo una ilusión ridícula. Tal vez Vox era un imbécil con dos neuronas y tan aburrido como cualquier pecador con dinero. Tal vez cuando Angel pasara una noche con Vox y se daría cuenta de que lo había idealizado todo porque solo quería vengarse de Valentino quitándole a su apuesto socio.

Pero por lo menos quería intentarlo.

Había demonios que, con solo mirarlo, solicitaban sus servicios o compañía, ¿y el Overlord de la TV era inmune? Imposible. Angel sabía cuándo alguien lo deseaba, y la forma en que Vox lo miraba significaba algo.

Maldita sea ¿Cuándo había sido la última vez que él había tenido que esforzarse por la atención de alguien?

La respuesta fue escalofriante: Valentino.

— ¿Estás bien, querido? —Rosie dejó de trabajar en su cabello y lo giró para poder encararlo— Luces como si te hubieran dado un golpe.

Pero en su lugar, Angel miró al rincón más lejano de su camerino, donde Alastor se confundía entre las sombras que lo rodeaban. Angel separó sus labios pero se contuvo. ¿Qué pensaba preguntarle al otro Overlord? ¿Si Vox era malo? Porque claro que lo era, por algo estaba en el Infierno, él generaba adicción a través del entretenimiento, vendía sueños de fama a cambio de controlar almas y monopolizaba el mercado para incrementar la pobreza en la ciudad. Ni siquiera la realeza infernal era inmune al control que Vox generaba sobre ellos, ¿y eso le importaba a Angel? Ni un poco. Su Overlord era una caníbal y asesina, experta en la lenta y elegante tortura además de juegos políticos y económicos. Angel la adoraba.

Oh, por supuesto, él también era del peor tipo de pecadores, de aquellos que motivaban al pecado y se entretenían incrementando su lista de trasgresiones.

Además, no importaba, su comprador era tan misterioso como su actual benefactor y Vox no había participado en la subasta.

Ni una sola vez. Maldito grosero ¿No pudo aunque sea ofrecer algo al inicio para no herir el orgullo de Angel? Odioso Demonio de la TV.

Alastor se separó de las sombras y levantó sus cejas con expectativa.

— ¿Estás teniendo dudas sobre esto? —preguntó con una sonrisa maliciosa— Esto fue tu idea, pero sin duda será entretenido romper el corazón de tu comprador.

Rosie giró su rostro y advirtió a Alastor.

— No uses a Angel para justificar tus vicios. —Ella dejó caer su mirada sobre él y su sonrisa se borró— Pero si deseas detener todo esto... —insinuó.

Angel negó con la cabeza y sonrió de lado. Él podía dudar de miles de cosas, excepto de la subasta. Él era un profesional y ya no hacía las cosas riesgosas y agotadoras de antes. Si antes Angel había sido bueno, ahora era verdaderamente el mejor y no había nada más agradable que ser pagado por ser deseado.

— En realidad tengo curiosidad —dijo Angel girándose para mirarse en el espejo. Admiró cómo Rosie había peinado su cabello hacia atrás, dándole volumen a su pelaje y dándole un aire elegante y seguro. Angel lucía andrógino pero ligeramente más masculino de esa forma. Tal vez su comprador era alguien a quien le gustaba ser dominado— Así que estamos seguros de que no es Husky.

Breaking the ScriptDonde viven las historias. Descúbrelo ahora