Día 6: Silent

214 28 1
                                    

Vox tardó unos cuantos años en tomar control de Internet y unirlo al monopolio del entretenimiento que dominaba. Durante todo ese tiempo, Valentino intentó asesinarlo innumerables veces, desde el clásico homicidio directo hasta las formas más ingeniosas de acabar con su segunda vida. Sin embargo, cuanto más poderoso se volvía Vox, menor amenaza representaba Valentino para él. Sus habilidades habían crecido hasta el punto en el que era virtualmente imposible para Val sorprenderlo. Entre rastrear su celular, reconocer su huella digital y poder seguir sus movimientos en cada cámara y pantalla, el otro eventualmente Overlord tuvo que aceptar su derrota, especialmente cuando Felix, su asistente, ya podía manejar fácilmente los ataques de Valentino.

Lo cual lo dejaba tranquilo porque pasar por una transformación mientras alguien intentaba asesinarlo no era agradable, pero tampoco era algo que podía controlar. Sin contar el problema que simbolizaba Valentino, Vox estaría en un estado de hibernación que aún lo hacía temer que un día dejaría de estar vivo y se volvería una máquina sin emociones.

Tal vez por eso le escribió a Angel comentándole sobre su transformación y sonrió cuando su esperanza se hizo realidad al leer al pecador autoinvitarse a su departamento y quedarse con él durante todo el proceso con alguna excusa barata de curiosear sus cosas mientras él estaba noqueado en su habitación. Como tantas otras veces, él se alegraba de haber usado su carta de patrocinador para poder darle un celular a Angel y así mantenerse comunicado con él sin tener que usar una línea fija o cartas. Aun así, Vox le advirtió que posiblemente se aburriría terriblemente encerrado ahí, pero Angel solo preguntó si Crymini podía ir con él porque ella quería apoyar con la guardia. Vox sabía que con Felix eso ya estaba más que cubierto, pero aun así aceptó, pensando que la compañía le vendría bien a la araña.

Más importante aún, Vox tenía una razón personal para invitar a Angel. Quería despertar del proceso y tener alguien a su lado. Ahora él era lo suficientemente poderoso para darse el lujo de confiar en alguien y tal vez fuese una locura pero quería que ese alguien fuese Angel.

El proceso era como dormir bajo una fuerte anestesia. Su cuerpo quedaba completamente sumergido en la inconsciencia, pero aún podía percibir su entorno ligeramente. Su cerebro entraba en un modo automático, actualizando el programa que operaba su mente a nivel tecnológico y realizando cambios en su físico. Mejoras. Era en esos momentos cuando su lado humano entraba en pánico, aferrándose a sus emociones y recuerdos, temiendo que ese programa simplemente los borrara en él porque no eran efectivos o prácticos. Pero sus sentidos seguían allí, Vox podía sentir el cambio en su cuerpo como un estirón de huesos en la adolescencia pero mil veces más rápido, y no podía detenerlo. Sus hombros parecían triturarse y su cuello lo asfixiaba ligeramente, su pecho se retorcía y los músculos de su cintura parecían contraerse. Sus manos se rompieron, él podía estar seguro de eso, se estiraron y doblaron al punto de la destrucción, pero por mucho que él gritase de dolor, Vox sabía que nadie lo oía porque todo era en su mente.

Y su cabeza.

Su cabeza era una zona de construcción y ensamblaje interno. Un dolor intenso y una tortura larga que luego su propio sistema negaba que estaba ocurriendo algo malo. Pero Vox sabía que estaba allí, presente y cambiándolo no solo a nivel físico sino mental.

En un momento, juró que «Tu Vuò Fa' L'Americano» de Renato Carosone resonó a su lado y algo suave recorrió su pecho hasta calmarlo. El dolor se volvió secundario. Pero eso era imposible porque juraría que era la voz de Angel pero la canción estaba en napolitano.

Pero la inconciencia absoluta fue una calma bien recibida.

Él no supo cuánto tiempo había pasado, pero cuando pudo encenderse, Vox sintió que lo que había parecido una eternidad apenas habían sido unos días. Sus manos se dirigieron primero a su cabeza y la sintió más proporcional, mucho más delgada. Sus dedos tocaron la pantalla y pudo sentir directamente, sin esfuerzo. Una pantalla polarizada. Él revisó su sistema. Ahora su pantalla era de plasma y flexible. Sus dedos pudieron tocar su boca y Vox rio sin poder creerlo. Él podía sentir su boca, la curva de sus labios, y cuando la abrió, pudo oír la estática del interior, como una bebida burbujeante. Ya no tenía que hacer un esfuerzo consciente para poder usar sus sentidos ¿Cuántas décadas habían pasado desde la última vez que había podido hacer algo tan humano?

Breaking the ScriptDonde viven las historias. Descúbrelo ahora