Día 7: Deal

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Angel se bebió lo que quedaba de su café frío y sintió su mente adormilada. Qué patético. Su último cliente había pagado tiempo extra para que él se probara más de cien guantes diferentes antes de tener sexo. Angel no se quejaba, era entretenido modelar cosas, incluyendo ropa, pero apenas había dormido cuatro horas por culpa de eso. Una voz en su cabeza se burló de él por lo patético que sonaba al quejarse de esa forma. Rosie lo había malcriado en exceso y, a pesar de que no necesitaba tener clientes extras, la idea de no hacer nada aún le daba ansiedad. Él quería sentirse útil y que lo vieran ocupado, quería ganarse el lugar que su Overlord le había dado. A pesar de que no había una exigencia al respecto, la voz de Valentino criticándolo por no hacer nada y no traer dinero seguía viviendo en su mente. Así que cuatro horas no eran nada. Además, Angel había prometido pasear a Vark y entregárselo al aterrador asistente de Vox, y maldita sea ¡Iba a cumplir! Y después de eso iría con Mimzy a comprar nuevos vestuarios para ella y la banda y por Lucifer, Angel no iba a dormirse en el intento. Rosie estaría muy orgullosa de él.

Y aunque el agotamiento lo seguía, Angel se sintió con mejor humor al dejar que Vark casi lo hiciera trotar por las calles. Sí, era más ejercicio del que él querría, pero sabía que Vox estaría bastante contento de verlo llegar con Vark rebosante de energía, y eso hacía que valiera la pena.

— Comienzo a ver por qué Husk odia salir con Alastor en público, —se quejó Crymini, empujándolo juguetonamente— Todo el mundo los mira a ustedes porque son importante.

— Y ustedes no sabes si son fans o gente con oscuras intenciones. Aunque con Alastor siempre se trata de gente que desea derribar al Demonio de la Radio. Por lo menos conmigo hay dudas, —aceptó Angel y señaló a Vark— Pero tenemos un devorador de demonios de nuestro lado. Así que puedes relajarte.

— No le llames así a Alastor, —comentó casualmente Crymini y Angel no pudo evitar reír a carcajadas.

— Te adoro, —rodeó con su brazo los hombros de la hiena— Eres de lo peor.

Y en ese momento Vark decidió detenerse y mordisquear su propia pata. Bien, Angel había dicho devorado de demonios, no un genio.

— ¿Sabes? Muchas cosas han cambiado pero me alegra que no tengas un príncipe azul, —se encogió de hombros Crymini.

— ¿Cómo...?

— Tú sabes... La típica historia en donde el tipo adinerado rescata a la puta y la saca del terrible mundo del sexo, —arrugó su nariz Crymini— Esa historia donde te olvidas de todos nosotros.

Angel dejó caer su cabeza hacia atrás y rio abiertamente. Bien, eso era hilarante. ¿Por qué querría él algo así? Significaría dejar a Rosie, Mimzy, Crymini, Husk y, bueno, hasta cierto punto, Alastor. ¿Quién querría abandonar todo eso? La colonia, la muerte, el caos, el aroma a pólvora y el ser adorado por muchos.

— No, lo que yo tengo es al Overlord que me sacó de las calles y me dejó en una cama de sábanas de satén mientras una cámara me graba, —bromeó Angel, riéndose entretenido al ver la reacción de Crymini quien estaba haciendo ruidos cursis a su lado.

Pero él se detuvo.

El edificio VoxTek estaba justo enfrente de ellos y el pelaje de Angel se erizó en alerta. Sin pensarlo, él agarró la mano de Crymini y arrastró a Vark hacia un callejón cercano, ocultándose allí. Angel entregó la correa del tiburón a la chica y espió por la esquina.

— ¿Angel...? —susurró Crymini.

— Son los matones de Valentino. Ahí está Marco, nunca olvidaré esa cara de idiota. Ese hijo de puta solía desquitarse conmigo cuando su mujer lo golpeaba, —explicó Angel, observando a los demonios que rodeaban cada una de las salidas— Nini, necesito que te lleves a Vark y le digas a Rosie lo que está pasando.

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