Capítulo 2

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Al final, a Jimin le había salido el tiro por la culata. No sólo había amanecido al día siguiente con sus ojos hinchados y la cabeza adolorida, si no que la rabia se le había subido hasta la garganta y a la más mínima iba a largar toda la cena.

Él se consideraba una puta, tampoco es que fuese algo de lo que alardear, pero dentro de todo disfrutaba de seducir y conquistar.
El problema comenzó, en realidad, cuando Yoongi escupió esa palabra a centímetros de su rostro.

Lo había derrumbado tan rápido, con sólo una palabra, que su calentura por el boxeador fue rápidamente mezclada con la furia de haber sido humillado.
Sí, se lo había buscado, pero nadie jamás en su vida había tenido los santos cojones de plantarle cara frente a él. Nadie, hasta Yoongi.

Pero algo dentro suyo. Algo podrido y retorcido amaba la sensación de poder que lo había recorrido cuando escuchó su rabia. Jimin había provocado eso. Jimin lo había sacado de sus cabales. Jimin tenía poder sobre él.

Luego de tomar la pastilla de la mañana, junto con una extra, bajó a desayunar tratando de disimular los malestares que tan malhumorado lo tenían.

Pero claro, su mal día apenas comenzaba.

—Jimin, tenemos que hablar— Su padre Jungkook dejó el libro de lado, mirando a su hijo mientras se servía café en una taza. Muy bien, la mierda sólo estaba comenzando.

—¿Qué?— Gruñó sentándose en la otra punta de la mesa, recibiendo una mirada bastante desaprobadora por parte de Taehyung.

—Anoche nuestros invitados tuvieron una fuerte discusión por tu comportamiento, Jimin. Tú sabías que eran pareja ¿Cómo se te ocurre ofrecerte de esa forma?— Jungkook lucía molesto, algo pasajero, pero Jimin no estaba de humor para hipocresías.

No ese día.

—Justo tú me vienes a dar una charla de infidelidades— Atacó, con la única intención de molestar a su padre, y mierda que si lo había hecho. Mordió el interior de su mejilla para evitar una sonrisa cuando lo vio explotar en silencio.

—¡Escúchame bien, Jimin! Lo que yo he hecho es mi problema, es algo con lo que yo debo vivir, tú no tienes el derecho de recriminar absolutamente nada. Si te advierto, es por algo, ¡Respétame cuando te hablo!— Jungkook literalmente había estrellado el libro sobre la mesa del comedor, sobresaltando tanto a su pareja como a su hijo.

—Jungkook— Murmuró Taehyung, tratando de calmar la rabia y la tensión que se había formado tan temprano en la mañana. Parecía visiblemente incómodo, con el ceño fruncido y una mano apenas extendida hacia su esposo.

Casi como si no quisiera tocarlo.

—Te respetaré cuando a mí me salga del puto culo— Jimin estaba enfurecido, su humor había escalado velozmente de pura indiferencia a rabia pura y cruda. Las palabras se le escapaban con una violencia mordaz.

Él no quería sermones sobre modales.

—¡Cierra la puta boca!— Gritó Jungkook, levantándose bruscamente de la silla, tirándola al suelo. Sus manos estaban pálidas, dos puños sobre la mesa y unos ojos que ordenaban obediencia.

Jimin no obedecía. Ya no era un niño.

—Jungkook— Trató de razonar Taehyung, acercándose muy lentamente a su pareja. Jimin no era alguien con quien razonar, no sobre esos temas, y esperaba que Jungkook siendo adulto fuese más tratable.

Pero grave error suyo, olvidando que eran de la misma sangre.

—¡A mí no me callas! ¡Me quieres dar una charla de moralidad cuando tú has sido la mayor basura con la única persona capaz de soportarte, cazzo!— Estalló Jimin, levantándose también de su silla, alejándola de la mesa.

—¡Maledetto marmocchio!— Jungkook golpeó la mesa con todas sus fuerzas, clavando su mirada en los ojos igual de exaltados de su hijo.

—¡Jungkook!— Lo llamó Taehyung, levantándose también de la mesa. También estaba disgustado.

—¡¿Qué mierda quieres, Taehyung!?— Rugió Jungkook, girándose tan bruscamente que Taehyung, arrepintiéndose al instante, tapó su rostro y se encogió en su propio lugar, conteniendo el aliento.

El comedor se quedó en silencio, con las respiraciones agitadas de Jimin y Jungkook resonando en las paredes.

—Papá— Susurró Jimin, con una ola de angustia ahogándolo al instante.

Para su suerte, él jamás había sido testigo de ningún tipo de maltrato de parte de Jungkook hacia su papá Taehyung. En realidad, él podía asegurar, que desde que habían vuelto cuando él era apenas un bebé, Jungkook nunca le había gritado o levantado la mano a Taehyung. No lo recordaba y no sabía que las cosas habían sido de esa manera.

Hacía un año en realidad, Taehyung decidió explicarle a Jimin sobre la naturaleza de su relación cuando en una reunión familiar alguien hizo un comentario que despertó muchas dudas en el adolescente. Y las cosas siempre habían funcionado bien, Jungkook y Taehyung se trataban con amor, como si estuviesen casados, aunque sólo estuviesen en pareja viviendo bajo el mismo techo durante 15 hermosos años.

Por eso para Jimin, el ver a su papá tan atemorizado por su otro padre, lo devastó.

Y él lo había provocado.

—Oh, no, no Tae, yo no iba...— Volvió su mirada hacia su papá Jungkook, notando como sus ojos lentamente empezaban a cristalizarse y su postura se encogía, mostrando ese lado tan sensible que tan bien oculto tenía.

—Iré a mi cuarto— Murmuró Jimin, sus manos temblando sin control, necesitando de una pequeña dosis más para calmar el ataque de angustia que lo estaba agobiando.

Prácticamente huyó del comedor, al menos hasta estar fuera de la vista de sus padres, girándose sólo un poco para ver cómo Jungkook tenía a su papá entre sus brazos, mientras murmuraba algo que no llegaba a escuchar.

Yo también quiero alguien que me ame, se lamentó Jimin, subiendo las escaleras con dificultad.

Por el momento no tenía a ese alguien, por el momento su único problema era Yoongi.

Ese maldito boxeador que quería tocar y golpear como a nadie jamás había tocado y golpeado. Quizá eso era amor. 

Amore Mío (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora