Capítulo 6

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Quizás lo menos preocupante, al menos para Jimin, era el hecho de terminar esperando un bebé. De más está explicar que, nada más despertar en brazos de Yoongi, lo obligó a ser llevado al hospital más cercano para las inyecciones preventivas mensuales.

Entonces ¿Qué podía preocuparlo?

El, literalmente, necesitar las manos del boxeador sobre él cada maldito segundo de su vida. Y, para su suerte, parecía que desde que lo habían hecho, hacía ya alrededor de un mes, Yoongi tampoco podía estar sanamente lejos suyo. Jimin lo había intentado, nunca se había sentido tan malditamente pegado a alguien, pero siquiera el pensar en pasar un día sin sentir un beso de Yoongi, sin verlo al menos, lo desesperaba.

Cada día, aunque fueran unos minutos, se veían en donde fuera, sólo para besarse, tocarse, Jimin se derretía en sus brazos y Yoongi aumentaba más y más su posesividad.

Era enferma la manera en la que se necesitaban.

Pero, esos últimos días, Jimin había visto con sus propios ojos como Yoongi se estaba forzando a alejarse de él, a no verlo, y Jimin no entendía cómo siquiera podía controlarse. Pero claro, Yoongi estaba pagando las consecuencias de estarse alejando, su rendimiento bajó y su mal carácter empeoró hasta el punto de, casi, golpear a un paparazzi.
Y Jimin, por una jodida, no podía dejar de revisar su propio móvil cada minuto que pasaba en espera de un mensaje que no llegaba. Y estaba sospechando, demasiado, de Hoseok.

Era como su tío, confiaba plenamente en el hombre que cuidaba las espaldas de su padre, pero su mirada desaprobadora cada que Jimin siquiera sugería el invitar a Yoongi a su casa era, sin duda alguna, sospechosa.
Ese maldito metiche tenía algo que ver.

—...realmente no podía creerlo— Hablaba Taehyung con un reluciente anillo de compromiso en su dedo, intentando explicarle a Hoseok y a su tía Taeyeon cómo Jungkook, en aquel viaje a París, le había pedido matrimonio.

Era una cena familiar estupenda, hasta Jimin podría haberla disfrutado, de no ser que tenía a Yoongi a su lado y no podía siquiera lanzarse a sus brazos y besarlo. Dios.

—Permiso— Murmuró Jimin con una sonrisa, levantándose de su silla con esfuerzo. ¿Cuántas pastillas había tomado ya? No podía siquiera recordarlo, tampoco era de importancia para él. Tristemente, su imagen debía ser preocupante, porque pudo notar la angustia de sus padres y la desesperación de Yoongi en su rostro.

Desesperación pura.
Obviamente iba a usar eso a su favor.

Se permitió tropezarse y aferrarse contra la pared, en un intento de mostrar aún más su debilidad, y controló una sonrisa cuando vio a Yoongi levantarse cual rayo de su asiento y pasar una mano por su cintura, pegándolo a su cuerpo. Mierda, lo había extrañado tanto.

—Yoongi, yo lo llevo— Gruñó Hoseok, levantándose de su asiento. No, no podía alejarlo otra vez.

Jimin se sorprendió de lo rápido que sus ojos se llenaron de lágrimas del sólo imaginarse, de sólo pensar en no sentir esa gran mano cálida, fuerte, apretándolo. No, no podía alejarlo de Yoongi.

—Lo llevo yo, hermano— Insistió Yoongi, sin girarse a mirarlo siquiera, y comenzó a caminar con Jimin a su lado, buscando nada más alejarse del comedor y quedar a solas con su chico una vez.

—Yoongi— Gruñó Hoseok, nuevamente, y esta vez no era una sugerencia, era una maldita amenaza.

—¡Que no, joder!— Gritó el rubio, dejando que Jimin se aferrase a un mueble antes de girarse y encarar a su hermano. La tensión en el comedor incrementó, se veía de lejos lo cerca que estaban de discutir, de llegar a los golpes.

Amore Mío (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora