Un talismán de Wei Wuxian salió mal.
Los desafortunados que estaban cerca de él, no fueron ni más ni menos que:
El mismo, más Los Jades Gemelos de Gusu y su Tío Lan Qiren.
¿Ahora deberían decirles Las Jades Gemelas de Gusu y su Tía Lan Qiren?
Y tamb...
Todo empezó con una conversación que unos comerciantes estaban teniendo en territorio de Yunmeng.
El tema de la charla era sobre el dicupulo principal de la secta Jiang. No era nada raro escuchar los rumores que corrían en nombre del revoltoso y coqueto joven maestro, pero fuera de cosas buenas que se podrían llegar a decir, también existían las malas lenguas que contaminaban cada sección del poblado.
Esta charla era una de ellas.
— Oye, ¿por que ese revoltoso es tan privilegiado?¿Quien se supone que es?
— ¿Qué no lo sabes? Se dice que es un bastardo del líder Jiang, es tan favorecido por el simple echo de ser hijo de la mujer que si amo, es muy simple de pensar, ¿Qué es lo que no entiendes?
—¿No que era hijo de un sirviente?
— Ja, eres tan ingenuo para pensar eso, está claro que su madre fue una zorra y se acosto tanto con el líder como el sirviente, por eso no se sabe de quien es el niño, de seguro el pobre líder Jiang lo acogió en su secta con la esperanza de que sea suyo.
—Hmn, ¿no crees que exageras? Que podrá sentir ese chico si calumnias de esa forma a su madre, a quien ni siquiera conoces, eh, ¿no te da vergüenza?
— Yo solo digo lo que se, si el niño no quiere tener que pasar por esto, sería mejor que se pusiera a pensar en otra realidad.
Los comerciantes se fueron caminando tranquilamente ese día, sin percatarse del joven que se encontraba escondido entre los Lotos del gran lago.
Wei Ying siempre supo lo que los demás decían sobre su madre y el, no era ciego a los rumores de ser un bastardo, tampoco al supuesto favoritismo de Jiang Fengmian hacia el. Pero eso último era mentira, el supuesto favoritismo no era más que una farsa, y aunque Wei Ying quisiera pensar lo contrario, lo único para lo que él líder Jiang lo buscaba, era para recordarle que sea fuerte y proteja a sus hijos, que es su deber, su obligación, que eso era lo mínimo que podía hacer al estar en deuda por salvarlo de las calles, esto último no lo decía directamente, pero el joven no era tan tonto como para no ver entre líneas lo que realmente quería decir.
El quería creer que no le afecta, y que nunca lo haría, pero sinceramente falló en su misión de "no me importa."
Las palabras del comerciante estaban en la cabeza del nigromante, otra realidad, es, de echo una idea que estaba en su cabeza desde un buen tiempo, pero nunca tuvo una razón real para pensar en algo que lo motivara a hacer un talismán que pueda cambiar de realidad, o al menos uno que le muestre una diferente, tal vez una en la que era feliz. En la que lograba estar con su familia. Una en la que no se sintiera tan solo.
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Lo logro, solo un poco y bastante defectuoso, pero al menos este talismán no había explotado, aunque tampoco podía darse el lujo de que explotara, después de todo, esta no era su habitación ni tampoco Yunmeng, estaba en Gusu, el Receso de las Nubes para ser más específico, no podía dejar que algo explote en las habitaciones de invitados, eso era demasía desvergüenza incluso para el.
