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Viernes, 21 de abril de 2045. 5:30 de la tarde.
— Estamos casi allí, Señorita.
Helena parpadeó múltiples veces para comprobar que no estaba soñando.
Estaba sentada en un auto de lujo que se dirigia a una antigua mansión decorada con flores y lazos.
Vestía un lujoso traje de novia blanco y sostenía un ramo de rosas blancas en sus brazos. A través de las rejas podía ver a la distancia a los invitados vestidos de gala y las mesas en las que se distribuian.
No había duda: estaba a punto de casarse.
Ella había renacido hace cinco años, el día en que su tormento comenzó.
Helena no supo cómo reaccionar por un momento pero después de unos segundos se despertó con un sobresalto.
— ¡Detén el auto!
El conductor se sobresaltó por el grito y pisó los frenos bruscamente.
Helena no perdió tiempo y abrió la puerta del auto. Agarró su celular y su billetera del bolso de mano a su lado y salió corriendo del auto. El ramo de rosas cayó al suelo y se estropeó, mientras que el velo blanco salió volando con el viento cuando Helena se lo quitó. Sus tacones resonaban en el pavimento mientras se alejaba a grandes pasos de la mansión familiar de los Cortés. Y después de cierto tiempo, los altos tacones dorados también se dejaron atrás.
Cuando salió de la zona residencial llena de lujosas mansiones, tomó un taxi y se dirigió a su apartamento en la ciudad.
Una vez dentro de su apartamento, se dio un minuto para respirar. No podía permitir que ese matrimonio infeliz volviera a suceder.
En ese entonces lo aceptó a petición de su padre, es solo que no sabía que ese hombre era una total escoria. Su matrimonio no fue más que una medida para equilibrar la Corporación Sato para el futuro heredero de la familia. Su hipócrita padre les dijo a ella, a Haydee y Harmonia que serían sus hijos, pero en realidad el único heredero en la mente de su padre era el hijo de Martha Olazaga: Angel Olazaga. Mismo que en este momento ya tenía dos meses de gestación.
Renn Sato sabía perfectamente que la única hija en su corazón estaba embarazada. Lo sabía en ese entonces y lo sabe ahora. Y por eso la usó, y usó además a su actual esposa y sus otras dos hijas.
En este momento, su teléfono sonó. Helena miró y era su padre.
Una mueca de desprecio se dibujó en sus labios antes de contestar.
— ¿Hola?
— ¡¡Niña asquerosa!! ¿Dónde diablos estás? — la voz del hombre de mediana edad era furiosa.
— Tomando un avión — Helena dijo sin inmutarse mientras usaba otro teléfono para comprar un billete aéreo lo más pronto posible a la ciudad C.
— ¡¡Helena Sato, ya discutimos esto!! ¡Debes casarte con la familia Cortés lo más pronto posible!
— Estás confundido. Yo le prometí eso al hombre respetable que amaba a mi madre, no a la escoria que tiene una hija mayor que yo escondida en el extranjero. ¿Cómo se llamaba? Ah si: Martha Olazaga. He visto su foto. Es muy bonita, se parece a su madre pero su nariz es idéntica a la tuya — Helena sonrió juguetona mientras compraba el vuelo dentro de dos horas.
— Tú.... — la respiración pareció atorarse en la garganta de Renn Sato.
— Y también está embarazada. Es una gran noticia ¿Por qué no la compartiste con la señora Nalini, con Haydee, Harmonia y conmigo? Habríamos preparado un gran regalo — la voz de Helena tenia un matiz de acusación.
Renn respiró profundamente antes de calmarse.
— Helena, no tenemos tiempo para tus tonterías. Vuelve ya y termina lo que comenzaste.
— Incorrecto otra vez. Fuiste tú quien comenzó las negociaciones de matrimonio con esa familia sin avisarme de antemano — Helena se rió con fuerza mientras empacaba su equipaje — Tal vez deberías tú casarte con el joven heredero de la familia Cortés, ya que se te oye desesperado por esta unión comercial.
— ¡¡Helena Sato Kotal!! — a través del teléfono se escuchaba el rechinar de dientes del hombre.
— Ah.... Entonces que lo haga Haydee. Apuesto a que estará encantada. Solo debes decirle a la familia Cortés su verdadera identidad como tu carne y sangre — Helena se encogió de hombros con simpleza.
— ¡Vuelves de inmediato o te olvidas que eres de la familia Sato!
— ¡Excelente! Desprecio tu apellido — Helena sonrió con ojos brillantes — Es una excelente noticia. Llamaré de inmediato al tío Heinrich para contarle. Cuídese, señor Sato.
Con estas palabras, Helena colgó el teléfono y saco el chip para partirlo a la mitad.
Puede que haya sido demasiado impulsiva pero le repugnaba tener que actuar respetuosa ante ese hombre. Además, no estaba del todo sin apoyo.
Su madre era la hija mayor de la familia Kotal, líderes en la industria textil a nivel nacional e internacional. Su madre tenía un hermano y una hermana menores: Heinrich y Adelheid. Eran mellizos y solo once años mayores que Helena. En este momento, estos jóvenes tíos ya habían tomado el control del Grupo Kotal y tenían un perfecto manejo de la empresa.
Sus tíos no habían conocido por mucho tiempo a su madre, ya que ella murió cuando ellos tenian quince años, debido al cáncer, pero habían pasado el tiempo suficiente para que pudieran contarle muchas cosas a la pequeña Helena de 4 años. Su abuela, la señora Kotal, se había encargado de criarla en lugar de su madre hasta que su padre se casó con la señora Nalini.
La señora Nalini Kumar no era una madrastra terrible, de hecho era bastante amable, pero debido a su procedencia no pudo enseñarle a sus propias hijas el porte de una familia poderosa y menos a la hija que no era suya. Por esta razón, su abuela no permitió que Helena volviera a esa familia sino hasta los 13 años, edad en la que ya podía defenderse sola. La señora Kotal también lo hizo previniendo que su nieta fuera maltratada por una madrastra. Esta también fue una de las razones por las que su relación con su madrastra no era precisamente cariño familiar o rencor sino más bien respeto mutuo.
Crecer con sus tíos hizo que los tres tuvieran una relación muy cercana y sin contexto muchos pensarían que los tres son hermanos.
Con estos pensamientos girando en su cabeza, Helena terminó de empacar, se cambió a una ropa más cómoda y salió disparada de su casa rumbo al aeropuerto.
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Renacer para rescatar al hijo del hombre tirano
RomanceHelena Sato Kotal se casó con el joven hijo y heredero de la familia Cortés por un contrato de matrimonio. Su única tarea era dar a luz un heredero para la familia Cortés, pero eso no sucedió. Cinco años después de entrar a un matrimonio sin amor, s...