Prólogo

275 28 0
                                    

Raizel, el antiguo Noblesse, ahora se encontraba en un estado inusual: un bebé con la mente y la conciencia de un hombre elegante. Aunque su cuerpo había encogido, su intelecto seguía intacto. Pero, ¿cómo explicar esto a los demás?

Frankenstein, su leal siervo y compañero, estaba perplejo. No importaba cuántas veces Raizel intentara comunicarle la razón detrás de su transformación, Frankenstein solo veía a un bebé indefenso que necesitaba cuidados. Cambiar pañales, alimentarlo y mecerlo para que durmiera eran ahora parte de su rutina.

La familia de Raizel también estaba confundida. Para ellos, era simplemente un bebé adorable. Su gemelo, en particular, encontraba hilarante la situación. Cada vez que lo veía, estiraba las mejillas de Raizel como si quisiera estirar un chicle.

Raizel intentó hablar, pero solo emitía balbuceos incomprensibles. Sus ojos, sin embargo, reflejaban la frustración y la impotencia. ¿Cómo podía demostrar que seguía siendo él mismo? ¿Cómo explicar que su mente seguía siendo la misma solamente que atrapado en un cuerpo diminuto?

La cuchara que se convertía en un avión o un tren no le sorprendía tanto como antes. Ahora, su mayor desafío era hacer que los demás vieran más allá de su apariencia infantil. Pero, por ahora, solo podía esperar a que Frankenstein encontrara una solución y afrontar la realidad de que, en este momento, su vida era... una verdadera "mierda".

Raizel... ¿Es un bebé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora