Capítulo 6:Chupete y cuentos

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—No. —sentensio nuevamente tratando mantener a su hermano en sus brazos.

—Mi deber es cuidarlo. —replico con un tono calmado sintiendo sus instintos descontrolarse.

—Lo dices como si estuvieras obligado a cuidarlo, no te preocupes yo lo cuidare. —Abrazo proctectoramente al menor quien no sabía que estaba pasando, al parecer sus instintos eran minimizados una vez su cuerpo fue reducido a un tamaño diminuto.

Frankenstein al ver la negativa de Reynold, trato de mantener su mente serena, sabiendo que armar otro alboroto no iba a terminar esta vez bien.

—Jefe. —Por suerte pero a la vez su condena, Tao lo llamo con una sonrisa de punta en punta, como si los problemas ya se hubieran terminado. —La cuna ya llegó. —Y ese fue el punto de criebe.

—¿Cuna?, Tao, ¿De que estas hablado? —Cuestionó dejando por un momento su pequeña discusión con Reynold que no desaprovechó su oportunidad de colocarle un mameluco de tigre a Raizel.

—Bueno... considerando el tiempo indefinido por el cual el señor Raizel este en esa condición, creí apto darle una cuna en la cual pueda estar cómodo sin ningún tipo de riesgo. —Sonrió sin arrepentimientos.

Frankenstein suspiro sabiendo que no podría hacer nada conociendo al azabache y sus compras compulsivas. Dirigiendo su mirada nuevamente a los gemelos donde Raizel sacaba de vez en cuando quejidos por los pellizcos en sus mejillas que le proporcionaba Reynold que no le dejaba de sacar fotos con sus vestimenta de tigre.

—Por dios... —masajeando el puente de su nariz para lograr calmarse, le contesto a Tao— Esta bien, colócala en el cuarto del amo. —recibiendo un asentimiento de este, llamando a M-21 que no tardó en aparecer ignorando la escena en los sillones de su hogar.

Frankenstein observó cómo Tao y M-21 se llevaban la cuna al cuarto del amo. Mientras tanto, Reynold seguía entretenido con Raizel, quien ahora lucía un mameluco de tigre y parecía más confundido que nunca.

—Reynold, ¿puedes dejar de pellizcarle las mejillas a Raizel? —pidió Frankenstein con un tono exasperado.

—No —respondió Reynold, sin dejar de tomar fotos.

Raizel, con su expresión seria habitual, parecía resignado a su destino. Pero de vez en cuando trataba de alejar inútilmente a su gemelo que ante los manotazos de este no midió su fuerza pellizcando más fuerte de lo común, dejando paralizado a los gemelos y a un Frankenstein confundido al ver a Reynold ponerse de repente pálido.

Hasta que escuchó los pequeños gimoteos de Raizel hasta que rompió en llanto.

Si Frankentein observó como Tao y M-21 se apresuraban en llevar la cuna al cuarto de su amo, no dijo nada. Más ocupado estaba matando con la mirada a Reynold quien ignoraba su presencia solo para tratar de tranquilizar a su hermano quien rompió más en llanto.

—¡Reynold!

—¡No me alces la maldita voz! —Le devolvió el grito cargando a su gemelo que solo lloro más ante los gritos.

—Entregamelo. —Demando buscando arrebatarle al pequeño de sus brazos.

—No. —Contestó masajeando la espalda de Raizel buscando tranquilizarlo mientras lo acurrucada en sus brazos pero aun así no lograba calmarlo. —Joder, ten. —Se lo entrego cansado de que el niño le gritara en su oído.

Frankenstein lo tomo rápidamente sin olvidar maldecir a Reynold, mientras repetía lo mismo que hizo el Noble, pero solo fue en vano al sentir cómo Raizel se aferraba de su camisa dejando un rastro de lágrimas por su cuello como por su camisa sintiendo la humedad traspasar esta.

Trato de susurrarle palabras tranquilizadoras pero fue un fracaso, solo aumento su llanto.

Trato de mecerlo por la sala pero no logro ningún avance, incluso le hizo las caras tontas que había hecho Tao cuando Raizel no dejaba de golpear a Reynold, no lo hacían reír pero por lo menos lo calmaban lo suficiente como para estar tranquilo.

Pero todo era un fracaso, incluso si Reynold se poso a su lado tratando de hacer callar a su hermano con las mismas muecas raras que el hizo no funciono, si le trataban de dar los peluches que trajo Takeo, no los veía.

Si hacían sonar la sonaja, tal vez su llanto no le permitia ni escuchar los ruidos exteriores.

Incluso cuando Reynold se arrodillo para pedirle una disculpa, tratándose todo su orgullo con tal de hacerlo callar, pero estaba olvidando que estaban hablando de un infante que para su punto de vista no entendía porque estaba su hermano de rodillas con el rostro serio y a un Frankenstein aguantando su risa.

Frankenstein al ver la desesperación del noble y su intento de hacer callar a su pareja no supo si tener compasión o satisfacción al verlo ante sus pies arrodillado pidiendo disculpas. Aunque más que nada estas iban dirigidas a su pareja pero esto no era importante.

Meceo un poco más a su amo buscando una solución a su problema pero no encontraba una.

Tan sumergido estaba en su mente que no supo en qué momento estaba Seira frente suyo entregándole algo a Raizel que lo hizo callar.

Ambos hombres voltearon a ver a Raizel buscando la respuesta a su repentino silencio observando cómo está sostenía en sus regordetes manos la imagen de un pequeño oso donde lo sacó de su boca dejando ver un chupete de miel, siendo inspeccionado con curiosidad por el infante al tener algo tan insignificante en sus manos, pero aun escuchando los pequeños suspiros y gimoteos por su reciente llanto.

Frankenstein y Reynold suspirando agradecidos y aliviados de que el Noblesse se calmara, pero solo Frankenstein mostró su gratitud ante la albina que no contuvo su sonrojo ante el agradecimiento de Frankenstein.

—Vamos, Raizel, te llevaré a tu nueva cuna —dijo Frankenstein, tratando de mantener calmado al pequeño quien volvio a meter el chupete en su boca.

Reynold, aún arrodillado, se levanto lentamente buscando mantener un poco el orgullo uqe le quedaba tratando de ignorar a la albina, pensando amenazarla en no contar lo que acababa de ver.

Pero antes de hacerlo esta le tendió unos libros que no logro rechazar por su curiosidad, sin siquiera poder formular una pregunta ante el repentino objeto ya que Seira le retiro tras una reverencia.

<<Cómo cuidar a un bebe.>>

<<Guía para padres primerizos.>>

<<Cómo tratar mejor a su hermano.>>

<<Cuida a un niño sin perder tu cordura.>>

Y tras este último libro había un folleto de número de psicólogos.

—...

Esta demás decir que este último lo hizo trizas.

_________

Al llegar al cuarto de su amo, Frankenstein colocó a Raizel en la cuna. El pequeño miró a su alrededor con curiosidad, mientras Frankenstein ajustaba las sábanas y aseguraba que todo estuviera en orden.

—Espero que estés cómodo aquí, Amo —murmuró Frankenstein, acariciando suavemente la cabeza del niño.

De repente, Tao apareció en la puerta con una sonrisa traviesa.

—Jefe, ¿qué tal si le leemos un cuento para que se duerma? —sugirió.

Frankenstein suspiró, pero no le nego la sugerencia al hacker.

—Está bien, Tao. Ve a buscar un libro —dijo, mientras se sentaba junto a la cuna.

Tao salió corriendo y regresó rápidamente con un libro de cuentos. Se paro junto a la cuna sonriéndome al noblesse y comenzó a leer en voz alta, cambiando su tono de voz ante los dialogos de los personajes, mientras Raizel escuchaba atentamente, sus ojos comenzando a cerrarse poco a poco.

Más cansado por su reciente llanto que por el cuento incluso si quería mantenerse hasta el final, queriendo saber que le pasaba al niño de madera.

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⏰ Última actualización: Jul 20 ⏰

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Raizel... ¿Es un bebé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora